Cabecitas dolarizadas en la Argentina bimonetaria

💵 Tras la corrida cambiaria que se llevó puesta una Ministra de Economía, El Grito del Sur hizo una recorrida por los rubros automotor e inmobiliario para entender los comportamientos sociales y empresariales a la luz de la fiebre por el dólar.

Lunes 18 de julio: dólar blue a 293 pesos. Martes 19 de julio: dólar blue a 301. Miércoles 20 de julio: dólar blue a 317. Jueves 21 de julio: dólar blue a 337. Viernes 22 de julio: dólar blue a 338. Tic toc, tic toc. Las casas de cambio se muestran exultantes, el ciudadano común se pregunta -sin encontrar respuesta alguna- hasta dónde va a llegar la fiebre de la corrida cambiaria y piensa con dolor en su bolsillo de mañana.

Silvina Batakis llega a Washington para reunirse con el FMI y el Tesoro de Estados Unidos, pero esta visita no logra calmar los ánimos devaluatorios. A su regreso, apenas 72 horas después, la ministra decide renunciar tras notificarse que Sergio Massa será su superior. La escalada del dólar ilegal se frena y los mercados festejan. Sin embargo, el daño más profundo ya está consumado.

Los precios ya subieron y no bajarán.. Aumentó todo: desde insumos de primera necesidad como los alimentos hasta automóviles usados y de segunda marca. «Los autos subieron entre un 20 y 30 por ciento en apenas una semana», dijo a El Grito del Sur un agenciero que se justificó en el dólar para avalar la suba de precios. Una semana después, cuando el blue retornó a su valor previo al «golpe de mercado», este mismo comerciante se excusó y prefirió no revelar si iba a bajar los precios a «como estaban antes». Silencio cómplice, el que calla otorga. 

Cristina Fernández de Kirchner habló por primera vez de economía bimonetaria en 2017, cuando dijo que «se piensa en dólares, los precios de los departamentos y las casas están en dólares y no pasa en ningún otro país de Latinoamérica. Si nosotros no lo resolvemos, no hay salida». La actual vicepresidenta vinculó esta modalidad -heredada en parte de la última dictadura- con la inflación, un problema estructural de Argentina. 

Las cabecitas dolarizadas pueden llegar al extremo, hasta el punto de contradecir una de las máximas de la acumulación capitalista: querer vender sus productos. «Hoy ningún auto está en venta», señaló otro vendedor, a pesar de tener en stock al menos una docena de vehículos. ¿Acaparamiento especulativo o algo más? Por aquellas horas algunas agencias de coches lucían llamativamente cerradas, como si se rehusaran a escuchar ofertas en medio de la inestabilidad cambiaria. Un argumento escuchado es que vender en esas condiciones atenta contra «la posibilidad de negocio porque no pueden reponer el producto».

Las cabecitas dolarizadas pueden llegar al extremo, hasta el punto de contradecir una de las máximas de la acumulación capitalista: querer vender sus productos.

El efecto de los grandes movimientos del dólar es casi siempre paralizante. Algo similar ocurre con el mercado de la vivienda, altamente dolarizado, puesto que impacta en la baja oferta de inmuebles que se ponen en alquiler. La Ley de Alquileres vino a poner estos debates sobre la mesa, pero terminó vapuleada por una fervorosa campaña en contra de los medios de comunicación hegemónicos. Quienes tienen pesos en la mano y están en la búsqueda de algún auto para comprar o algún departamento para alquilar tienen razones para mostrar un nerviosismo exasperante. La sensación es de incertidumbre y desprotección, de no saber cuánto van a valer las cosas al día siguiente según lo que decidan los dueños de la rueda del establishment financiero. El objetivo del comprador/a es evitar la depreciación de la moneda nacional frente a estos vaivenes impredecibles.

Tic toc, tic toc. El tiempo pasa y el neoliberalismo deja sus huellas a diario. En esta Argentina profundamente injusta falta una buena dosis de empatía, ya que subir los precios en consonancia con cualquier lógica especulativa responde también a la idea del «sálvese quién pueda». En esta cadena no debe caerse en la acusación lisa y llana sobre el pequeño y mediano empresariado, sino promover fuertes mecanismos regulatorios desde el Estado en principio sobre quienes se llevan la principal tajada del negocio: los formadores de precios que -casi siempre- buscan obtener el máximo beneficio empresarial.

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.