Cif, Puma, Samsung, Chevrolet, IVECO o la Bundesliga. La presencia es variopinta y heterogénea y las marcas son diversas. El problema es que el soporte publicitario no son carteles o espacios habilitados en la vía pública sino vallas, específicamente las que rodean a los monumentos en reparación de la Ciudad.
Larreta todo lo que puede lo convierte en un espacio publicitario, podríamos parafrasear al flamante candidato radical-larretista Martín Lousteau. Lo cierto es que una decena de monumentos porteños cuenta con sus obras de restauración demoradas pero con un retraso lucrativo: el GCBA ha puesto publicidad alrededor de todos ellos.
La fuente Monumental de Córdoba y Carlos Pellegrini, las obras del Museo Fernández Blanco, la fuente de Córdoba y Cerrito o el Monumento a Garibaldi en Palermo son solo algunos ejemplos de espacios públicos sponsoreados.
La ley de Patrocinio de 2019 es la herramienta que ha permitido a los privados acceder a estos espacios públicos para promocionar sus productos a precio de ganga. Según un pedido de acceso a la información presentado por la legisladora Maru Bielli, las empresas no pagan un canon monetario sino que recurren a la metodología del canje. Un trueque que pareciera ser más perjudicial que otra cosa para la Ciudad de Buenos Aires.
«Los aportes de los patrocinios pueden ser en dinero y/o especie», señala la respuesta oficial del GCBA. En el caso de los monumentos de consulta, todos ellos fueron en especies. ¿Y qué recibe el GCBA a cambio? ¿Qué modelo de ciudad hay detrás de este nuevo negociado?
«La decisión de Larreta encubre un modelo de ciudad que prioriza la publicidad y el beneficio de las empresas por sobre el derecho al disfrute público del patrimonio. Hay leyes tanto locales como nacionales que establecen pautas para la preservación del patrimonio histórico-cultural. Esta intervención las desconoce, es violatoria de esas leyes», explicó Bielli en diálogo con este medio. «Publicidad barata a empresas en lugares estratégicos en año electoral. Un ejemplo más de una pésima gestión que terceriza priorizando negocios de unos pocos», concluyó la legisladora porteña.
Las obras no avanzan, pero los carteles continúan cumpliendo su rol subsidiario: de protección de obra a valla publicitaria ad hoc.
