«La loca del táper»: una prédica por un consumo responsable y alternativo

🌎 Activista por el consumo responsable, especialista en sustentabilidad y economía circular, Dafna Nudelman (@lalocadeltaper) encontró su propósito en la divulgación de educación ambiental. En una entrevista con El Grito del Sur habló de su activismo y de la conciencia actual sobre el cambio climático.

Dafna Nudelman se describe como una profesional apasionada de la comunicación, que practica un «activismo imperfecto». Graduada en Diseño Gráfico en la Universidad de Buenos Aires, se especializó en economía ambiental, desarrollo sustentable (UCA), periodismo ambiental (FARN) y responsabilidad social empresarial y emprendedurismo (Tel Aviv University). Reconoce que su formación en ambiente es fruto de un espíritu autodidacta y curioso. Fue voluntaria en ONGs sobre infancia y Derechos Humanos. Co-fundó en 2011 la agrupación FADUverde y también impulsó YoReciclo. Da charlas, dicta talleres y asesora empresas fomentando hábitos sustentables. También participa como columnista en el programa De Acá en Más, con María O’Donnell en radio Urbana Play FM. 

En 2018 inició un proyecto de educación ambiental a través de las redes sociales bajo el seudónimo «La loca del taper” (@lalocadeltaper); desde entonces, promueve en Instagram el consumo responsable en pos de «acompañar el cambio de paradigma desde la reflexión crítica, ayudando a repensar las acciones individuales y colectivas». 

¿En qué momento y cómo empezaste a «tomar conciencia» o activar en materia de sustentabilidad? 

Desde chica, siempre me gustaban los animales y soñaba con ser veterinaria. Recuerdo tener un libro sobre ecología donde hablaban del agujero en la capa de ozono y decía que el detergente podía ser dañino para la naturaleza, debido a ciertas sustancias tóxicas. En el libro me proponían una acción: llamar a la empresa y preguntarles si utilizaban esas sustancias. Me animé, y llamé al número que estaba en la etiqueta del detergente. Aunque no obtuve respuesta, esa experiencia fue mi primer recuerdo de activismo y toma de conciencia. Desde entonces, nació en mí un interés genuino por estos temas y su impacto en el medio ambiente. 

¿Cuáles fueron tus primeros pasos en materia de ambientalismo?

Empecé mi activismo ambiental en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UBA. Allí, junto a otros estudiantes y graduados, creamos una organización estudiantil para promover la separación en origen y aprender sobre el impacto ambiental de nuestras carreras. Ese camino que empecé en 2010 me llevó a otras iniciativas, como «Yo Reciclo», un proyecto para cerrar el ciclo entre vecinos y cooperativas de recicladores urbanos. Entonces, en 2018, después de ocho años de intentarlo y encontrar puertas cerradas, comencé a generar contenido en Instagram como un hobby. 

¿Cómo surge «la loca del taper»? 

Podría decir que todo comenzó un poco por casualidad. Yo ya era «la loca de la cucharita», porque solía ir con frecuencia a la heladería y siempre pedía el vasito sin cucharita. Un día quise ir a comprar helado para comerlo en casa mientras veía una serie. Estaba cansada de acumular envases de telgopor limpios para reciclar; sabía que es un material muy difícil de reciclar ya que es voluminoso y está compuesto en un 98% por aire y sólo un 2% por plástico. Entonces decidí llevar mi táper a la heladería. Saqué una foto de ese momento y la compartí en mi Instagram personal. Por sugerencia de un amigo decidí publicarla en Facebook y, al redactar el texto, se me ocurrió decir que pasé de ser «la loca de la cucharita» a ser «la loca del táper». Sorprendentemente, tuvo mucha repercusión y varias personas comentaron que les parecía genial. Algunos mencionaron que el nombre «la loca del táper» tenía gancho y que el mensaje de reducir los plásticos de un solo uso era muy interesante. Fue así como surgió la idea en 2018. Me pregunté qué podía hacer que fuera sostenible a largo plazo y decidí abrir una cuenta de Instagram. 

¿Por qué Instagram? 

Las historias de Instagram me brindaron un formato más relajado, ya que al día siguiente tenía una nueva oportunidad. Observé lo útiles que eran las historias para modificar hábitos y ampliar la forma de ver las cosas. Entonces me propuse hacer 30 posteos en 30 días, aunque fueran cosas muy cotidianas de mi vida. La idea era empezar, aunque no fueran perfectos. Así que comencé a compartir en Instagram la visión que había adquirido a lo largo de mis años de trabajo en reciclaje, gestión de residuos y economía circular. Compartía pequeñas decisiones diarias que todos podemos tomar y educarnos sobre los impactos macro que cada una de esas decisiones tiene en el medio ambiente. 

Dafna Nudelman

¿Por qué elegiste comunicar lo que hacés?

Mi objetivo es que mis seguidores reflexionen sobre un consumo consciente, crítico y reflexivo. Para mí, es primordial entender que necesitamos menos cosas y que muchos consumos son impulsivos y fruto de estrategias de marketing que benefician al sistema y al comercio, pero no necesariamente a nosotros ni al ambiente. 

Si tuvieras que elegir: ¿te considerás influencer o comunicadora ambiental, o ambas? 

Me gusta considerarme educadora ambiental, divulgadora y comunicadora. En cuanto al término ‘influencer’, lo tomo un poco en broma porque siento que está muy relacionado con influenciar el consumo. Yo digo que soy una ‘antiinfluencer’ porque más bien busco promover un consumo responsable y alternativo. 

¿Cómo es tu rol de asesora de empresas? 

Parte de mi trabajo es orientar a empresas que necesitan ayuda para mejorar su comunicación y contar sus acciones sostenibles. Mi enfoque es apoyarlos en la transición hacia prácticas más responsables. Estoy convencida de que es esencial impulsar el cambio positivo en el sector empresarial y fomentar una cultura corporativa más amigable con el medio ambiente. 

¿En qué crees que se hace poco/nada en materia de sustentabilidad? ¿Y en qué se avanzó? 

Es cierto que ha habido un progreso en la conciencia sobre el cambio climático. Sin embargo, aún es una preocupación marginal y de nicho en muchos casos. Todavía prevalecen lógicas extractivistas que no valoran el ambiente ni la naturaleza más que como recursos al servicio del hombre y un estilo de vida urbano insostenible. El cambio climático no se resolverá simplemente cambiando la fuente de energía o esperando una tecnología milagrosa. Necesitamos una mayor comprensión y conexión con la naturaleza para abordar estos desafíos de manera efectiva. Es alentador ver que hay un avance, aunque quizás no al ritmo deseado. Como activistas, debemos continuar luchando por un futuro más sostenible y seguir promoviendo un cambio real y genuino. Siento que se está hablando mucho de reciclaje, poniendo el foco en el fin de la vida útil del packaging de los productos, cuando incluso ya hay suficiente evidencia para saber que los procesos de reciclaje son sumamente ineficientes y muy difíciles de llevar a cabo. Por lo cual termina reciclándose realmente un porcentaje muy bajo de algunos materiales, por ejemplo, el plástico. Hacen falta rediseñar los sistemas; es todo el ciclo de vida lo que hay que evaluar, no solamente qué hacemos con la botella, sino entender de dónde viene, cuáles son todos los procesos implicados desde la extracción de materia prima, el procesamiento y la distribución. Lo que se avanzó, si bien es un montón, nos deja todavía en una posición muy atrasada al respecto de la urgencia que tenemos que enfrentar ahora. 

¿Por qué consideras que practicás un «activismo imperfecto»? 

En mi visión, uno de los pilares fundamentales es el concepto de «Activismo Imperfecto». Reconozco que, como individuos, nuestro impacto puede ser limitado, y a menudo nos enfrentamos a problemas del mundo que nos exceden. Es cierto, no podemos hacerlo todo, pero esto no significa que debamos quedarnos inmóviles. Aceptemos nuestra realidad y nuestros límites, entendiendo que no somos perfectos en ningún aspecto, ya sea como activistas ambientales o como consumidores responsables. Lo crucial es seguir adelante. En este camino, no podemos alcanzar la perfección, y está bien. Lo importante es generar una masa crítica de personas conscientes, donde el cambio individual se extienda a la sociedad, y los políticos y las empresas no puedan ignorar nuestras demandas.

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