Floricultoras, madres y cooperativistas: el camino de «Fuerza Latinoamericana»

🌻En Belén de Escobar, un grupo de mujeres pertenecientes a la Colectividad Boliviana están armando su cooperativa de floricultoras y se organizan para crecer. "No sólo nos dedicamos a cultivar y plantar, sino que explicamos cómo es el cuidado que requiere cada planta", aseguran.

Un grupo de mujeres trabajan todos los días -y desde hace años- haciendo lo que más les gusta: el cultivo de flores. Labor compleja, dado que la realizan casi sin parar desde el alba hasta el atardecer, y de mucha fuerza, que exige al cuerpo estar siempre a la altura de las circunstancias. Estas floricultoras aprendieron el oficio desde jóvenes y lo reivindican fuertemente, forma parte de su identidad. A partir de su pertenencia a la Colectividad Boliviana de Escobar, lograron organizarse para crecer y hoy están armando su cooperativa de floricultoras, algo que las enorgullece. 

Barrio Lambertuchi, Belén de Escobar. Una tranquera abierta y un camino extenso, de una o dos cuadras. Al ingresar en el predio, el entorno rural nos marca que estamos frente a algo distinto. Una serie de viveros, uno al lado del otro, señalan lazos familiares y de solidaridad que no se pierden en ningún momento. Al estar localizado en campo abierto a veces cuesta ubicar el lugar, pero allí está; en Avenida de los Inmigrantes 1751. Allí funciona la cooperativa de floricultores «Fuerza Latinoamericana»

“Con la cooperativa nos dimos a conocer desde el año pasado, pero veníamos desde el 2021, aunque no éramos tan conocidos. La organización se basa en varios grupos de trabajo, en el que cada uno cuenta con alguna labor particular y tiene su especialidad: alguno se dedica más a los cactus, otro a las gramíneas, las aromáticas, y así varios más”, explicó a El Grito del Sur Mary Cruz Solíz, tesorera y floricultora de la cooperativa. Varias familias de la comunidad boliviana están involucradas en el emprendimiento. Las labores se reparten entre hombres y mujeres, aunque en mayor medida son las mujeres las que están a cargo del lugar y la organización de la empresa: cuentan con directora, vicedirectora y tesorera. Entre ellas no hay competencia, se “prestan” clientes y entienden que lo más importante es ofrecer el mejor producto para las distintas necesidades. 

Una serie de viveros, uno al lado del otro, señalan lazos familiares y de solidaridad que no se pierden en ningún momento. Foto: Silvana Boemo (Prensa Municipalidad de Escobar)

Se dedican a esta actividad desde hace mucho tiempo, pero empezaron este camino en particular hace cinco años. Previamente trabajaban en relación de dependencia, así fueron adquiriendo conocimientos y hábitos hasta que un día decidieron armar su propio proyecto familiar. El hecho de que la cooperativa funcione en Escobar responde a dos razones: una es que siempre estuvieron en esta zona, y la otra es que el predio en el que desarrollan la actividad está a cargo de la Colectividad Boliviana del municipio, entonces le plantearon la idea, a los dueños les gustó, y decidieron darles el espacio en alquiler. Otro factor positivo es el respaldo que han encontrado por parte de la gestión municipal del intendente Ariel Sujarchuk.

Su actividad consiste en el cultivo de variedad de plantas, divididas por sectores y acordes a las distintas temporadas de siembra. Mary Cruz destacó que muchas veces su trabajo requiere de poner en práctica la pedagogía: “No sólo nos dedicamos a cultivar y plantar, sino que también le vamos enseñando a la gente que viene cómo es el tema del trato de las plantas. Como si fueran cursos, les enseñamos y explicamos cómo es el cuidado que requiere cada planta. Eso nos lleva un tiempito, pero la gente se va contenta y vuelve agradecida”. 

Los precios del lugar son sumamente atractivos, en tiempos donde muchos comerciantes (grandes y pequeños) buscan especular y sacar algún provecho económico en un contexto de alta inflación. Aquí, ir con 1000 pesos en el bolsillo puede rendir grandes frutos. Hay plantines, plantas grandes y pequeñas, de interior/exterior y para todos los gustos. Los malvones resultan muy solicitados, por su indudable adaptación a distintos climas y su durabilidad. Suculentas y cactus también, pero las palmeras no se quedan atrás. Venta siempre hay, según reconocen estas mujeres, aunque el principal movimiento comercial transcurre durante los fines de semana. A medida que el lugar comenzó a ser conocido aumentaron los clientes y las visitas, venden al por mayor y a minoristas. 

Los precios del lugar son sumamente atractivos, en tiempos donde muchos comerciantes buscan especular y sacar algún provecho económico en un contexto de alta inflación. Foto: Silvana Boemo (Prensa Municipalidad de Escobar)

La temporada alta es septiembre y octubre, después de noviembre ya empieza a bajar la demanda de plantas, y en los otros meses se dedican de lleno al crecimiento de las plantas, proceso que consiste en armar la semilla, criarlas, transplantarlas y fortalecerlas. El trabajo de floricultora es muy demandante y agotador; las plantas necesitan de cuidado constante, más aún en épocas de calor. Es de lunes a lunes. “Entramos a trabajar a partir de las seis/siete de la mañana, entre labor y labor hay que llevar y traer a los niños del colegio y volver con el trabajo, después retiras a los niños, y nos vamos al atardecer. A nosotros nos gusta lo que hacemos, lo disfrutamos, y también la gente reconoce el trabajo de uno. Vienen clientes contentos porque les dio resultado un consejo y a nosotros nos alegra mucho”. 

A modo de meta a futuro, ya hablaron con el Municipio de Escobar para poder tener su propio terreno de cultivo, ese es el próximo objetivo que buscan cumplir como cooperativa.

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