En la Ciudad de Buenos Aires que hasta diciembre gobernará Horacio Rodríguez Larreta, pensar el Ministerio de Justicia y Seguridad a largo plazo se convirtió casi en una utopía. Entre 2018 y 2023, la gestión porteña PRO tuvo un total de 5 ministros de Seguridad, a razón de uno por año en promedio: Martín Ocampo, Diego Santilli, Marcelo D´Alessandro, Eugenio Burzaco y Gustavo Coria. Si bien la crisis se agudizó a principios de 2023 luego del escándalo que protagonizó D´Alessandro, el problema viene desde hace bastante y tiene que ver no solo con el (des)manejo de las fuerzas de seguridad en CABA sino también con diversos actos de corrupción de funcionarios así como vínculos espurios con el Poder Judicial.
Vayamos por partes y hagamos un poco de memoria. En 2016, el entonces presidente Mauricio Macri y el recién asumido jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta firmaron un acuerdo por el cual el Estado Nacional transfirió a CABA parte de la Policía Federal. De esta forma nació la Policía de la Ciudad, conformada en un primer momento por 25 mil efectivos y bajo el pilar de ser «una fuerza moderna y de vanguardia presente en todos los barrios». Sin embargo, las prácticas fueron las mismas puesto que apenas un año más tarde se produjo la detención del jefe de la Policía, José Potocar, acusado de liderar una asociación ilícita que pedía coimas. Esto provocó fuertes interferencias entre Martín Ocampo (ministro de Justicia y Seguridad entre los años 2015 y 2018, hombre cercano a Daniel Angelici) y la propia fuerza de seguridad, con reproches de ambos lados: el primero cuestionaba la relajación de los controles policiales, mientras que la segunda criticaba la escasez de recursos y los bajos salarios. La bomba terminó de explotar a finales de 2018, con el superclásico entre River y Boca por la final de la Copa Libertadores. En medio de sospechas por zona liberada, un desprotegido micro que llevaba al club xeneize fue agredido con proyectiles y el encuentro futbolero terminó suspendido.
Luego de varios días de rumores, Ocampo presentó la renuncia y su carrera política entró en un ocaso. En reemplazo quedó Diego Santilli, que entre 2018 y 2021 se desempeñó como vicejefe de Gobierno y ministro de Seguridad a la vez. Durante su gestión logró reducir los hurtos, los robos de autos, motochorros y homicidios -de acuerdo con estadísticas oficiales del GCBA-, aunque tuvo que reconocer un incremento de la «violencia» en las modalidades delictivas. Como argumento para la seguridad creó un «sistema de reconocimiento facial de prófugos», que fue utilizado para realizar espionaje ilegal sobre políticos, jueces y periodistas. Según diferentes denuncias, el gobierno porteño se habría apropiado desde 2019 de los datos biométricos de al menos 200 jueces y 80 fiscales de Comodoro Py, tribunales federales provinciales y hasta de la Corte Suprema. Todo un escándalo político que paradójicamente no tuvo la debida repercusión.
La llegada de Marcelo D´Alessandro al Ministerio se produjo en julio de 2021, en el marco del salto de Santilli a la política bonaerense. D´Alessandro ya venía desempeñándose como secretario de Seguridad, con lo cual había estado trabajando en la consolidación de la naciente Policía de la Ciudad. Junto a Martín Ocampo fue uno de los impulsores del Mapa del Delito, una herramienta que permite mostrar -en forma abierta y con detalle georreferenciado- cada una de las denuncias que se realizan. Su final fue poco feliz: a finales del año pasado se filtró un supuesto intercambio de mensajes del ministro con jueces y camaristas federales, así como con directivos del Grupo Clarín, en los que presuntamente se diseñaba una maniobra para encubrir un viaje que los involucrados compartieron a la residencia del empresario Joe Lewis en Lago Escondido (Río Negro). Primero se tomó una licencia de tres meses y luego renunció al cargo.
En marzo de 2023, Eugenio Burzaco asumió la cartera de Seguridad porteña. Fue su regreso a los primeros planos luego de su gestión en el área junto a Patricia Bullrich en tiempos de Macri presidente. Duró apenas 158 días en el cargo. Durante su breve mandato sacó las pistolas Taser a la calle y avaló una intensificación de la «mano dura» por parte de la Policía de la Ciudad, que derivó en la muerte de Facundo Molares en agosto pasado. Finalmente se produjo el crimen del ingeniero Mariano Barbieri, asesinado de una puñalada para robarle el celular en el barrio de Palermo, justo en momentos en que Burzaco se encontraba mirando un partido de tenis en los Estados Unidos. Esto provocó la ira de Horacio Rodríguez Larreta y el consecuente pedido de renuncia.
«Desde hace ya varios meses que el Ministerio de Seguridad está sin ningún tipo de conducción. Primero porque D´Alessandro se tomó licencia frente al escándalo de Lago Escondido, y luego porque el ministro Burzaco no tuvo ningún tipo de intervención, dirección ni proactividad en la cartera. Fue prácticamente un ministerio acéfalo», explicó la legisladora Claudia Neira (Unión por la Patria) en diálogo con El Grito del Sur. Por su parte, el también legislador Gabriel Solano (Partido Obrero-FIT Unidad) señaló que «la salida de Burzaco por este crimen ocurrido en Palermo muestra que es falso el relato de Larreta respecto a que la Ciudad de Buenos Aires era muy segura. Los crímenes e incluso los homicidios volvieron a crecer, ya no solo en las villas porteñas sino también en zonas muy protegidas por la policía».
Gustavo Coria, atrapado entre «halcones» y «palomas»
El flamante ministro de Justicia y Seguridad es alfil de Diego Santilli, puesto que fue su jefe de Gabinete en su paso por el área. No obstante, en un tono similar al que podría utilizar Patricia Bullrich, dijo al asumir: «El que tiene que tener miedo es el delincuente». Se define como especialista en seguridad pública y prometió reforzar el patrullaje policial en las calles, así como «devolver el orden y la tranquilidad a los porteños».
Neira opinó al respecto: «Gustavo Coria asume en el marco de un gobierno débil porque está terminando su mandato, en tiempos donde los delitos contra la propiedad no tienen reflejo en la cantidad de denuncias y la situación se torna cada vez más violenta. Frente a esto, la asunción del nuevo ministro se da sin el marco institucional que venimos pidiendo desde hace mucho: la conformación del Consejo de Seguridad, un órgano creado por la Constitución pero jamás fue integrado. Es un ámbito para discutir las políticas de seguridad».
Egresado del Liceo Militar General Paz y Licenciado en Ciencia Política de la UCA, el flamante ministro de Seguridad porteño se jacta de tener un buen vínculo con la conducción y las autoridades de las fuerzas de seguridad. ¿Le alcanzará con esto? «Para una verdadera seguridad, la población debe poder tener un control sobre las fuerzas de seguridad. En las barriadas donde la inseguridad es permanente y se han instalado bandas narco con la complicidad policial, hay hechos que ocurren a diario y no generan la misma conmoción que lo sucedido en Palermo», concluyó Solano.
