“No estamos soles, solo nos tenemos que encontrar”

🎉Más de 300 personas con cuerpos diversos se reunieron para el encuentro organizado por el Colectivo de Gordes Activistas de Argentina (CGA) en Mar del Plata.

“No estamos soles, solo nos tenemos que encontrar”, se escucha al concluir el Tercer Encuentro Plurinacional de Gordes que se desarrolló en Mar del Plata el último sábado de septiembre. Ya empezó la primavera, pero en la ciudad costera todavía no se siente. El viento es frío, el día está nublado y hay una leve llovizna. 

Más de 300 personas con cuerpos diversos se reúnen para llevar adelante el encuentro, que fue organizado por el Colectivo de Gordes Activistas de Argentina (CGA), Existencia Gorda y Gordes Conurbanes. Esta es la tercera edición, después de su paso por Rosario en 2022 y por Buenos Aires en 2021.

El espacio Unzué es el lugar elegido para que transcurra la jornada, un edificio enorme frente al mar, rodeado de un gran parque. Una parte del edificio está en recuperación, la otra está repleta de personas que esperan para dar comienzo al intercambio. Los techos del Unzué son altos y los pisos cuadriculados, como un tablero de ajedrez marrón y blanco. 

El ingreso comienza a las once de la mañana, llegan desde diferentes puntos del país. “Es una imagen hermosa, entrar y ver tanta diversidad y alegría. Se percibe el buen humor, es maravilloso”, dice Ro que vino desde la zona Sur de Buenos Aires a formar parte. 

“Generar redes siempre es político. Estamos con una sensación de relajo, de querer conocernos y hacer catarsis. Siento que es un lugar muy respetuoso”, dice mientras sonríe y observa a su alrededor.

A cada une le dan credenciales que contienen la ilustración de gordes rodeando el famoso lobo marino de la Rambla marplatense. En ellas están el pronombre y apodo de cada participante. El color varía de acuerdo a la comisión a la que participan. 

Se desarrollan tres comisiones en simultáneo: “Gordura y Estado. Gordes en la salud y la educación”, ubicada en el salón principal, ocupa prácticamente toda la sala con una ronda enorme de personas.

“Tiene que haber más políticas públicas para que podamos acceder a la salud mental. La salud mental es una deuda”, afirma una mujer mientras el resto la escucha con atención. “Tengo que ir a reclamar por lo que considero justo”, dice otra con tristeza, pero con la frente en alto. “Es muy probable que el Estado esté administrado por un gobierno de derecha, nos exige ser más combatientes que nunca, tenemos que generar acciones concretas”, expresa otra desde el extremo de la sala.

Jazu es activista gorde y militante territorial feminista. Tiene 44 años y una sonrisa que ilumina cualquier espacio. “La tribu de mi calle”, dice al referirse a las personas presentes. “Hay diferentes organizaciones de activismo gorde que nos van enseñando estrategias para plasmar en los diferentes territorios. Todavía nos cuesta la interseccionalidad, es necesario trabajar con las compañeras que menos recursos o privilegios tienen”, reflexiona.

La segunda comisión, “Cultura de la delgadez, deseo y gordofobia”, se desarrolla en el Salón Terraza. Se exploran allí aspectos como los estereotipos y prejuicios, la influencia de la industria de la moda, la representación de las personas gordes en los medios y el papel del deseo. “El amor propio es importante, pero cuesta un montón cuando tenés un mundo que te escupe en la cara todos los días. Nuestro propio empoderamiento tiene que tratar de reflejar en el otro las ganas de ser deseado”, se oía entre el viento y el canto de los pajaritos que llegaban desde el exterior. Otre le responde: “A veces me siento un superhéroe, voy atravesando la discriminación, no conseguir ropa, no poder encontrar un laburo”, lamenta.

La tercera comisión fue “Comunidad gorda: estrategias para la organización política y militante” en el Salón Mar. “Queremos visibilizar la micromilitancia, todxs somos activistas y hacemos algo, no se sale sole, es una lucha colectiva”, dice Julieta, que participó de este taller. “Es necesario saber ser aliade cuando no sufrimos esa opresión. Dejar el lugar de protagonismo y estar juntes, más con el avance de la ultraderecha”, reflexiona. 

Elle es profe de entrenamiento funcional, “dirijo espacios deportivos y trato de que sean espacios amigables para la diversidad corporal”. En cuanto a su participación en el encuentro, asegura que le gusta que sea abierto a personas flacas también: “Que las personas privilegiadas, como yo que soy flaca, podamos venir a aprender es imprescindible. La parte visible del colectivo LGTBIQ+ siempre son personas blancas, flacas y de clase media. Hace falta que estén representadas todas las corporalidades”, afirma con seguridad.

Los salones del primer piso están divididos por una muestra de fotos y una mesita con un cuaderno que invita a escribir. “Gracias por hacerme sentir representada sexualmente”, rezaba la página del cuaderno abierto.

Desde afuera de una sala se oye: “La mirada del otrx nos construye y nos destruye”; “Obvio que soy gorde y también soy otra cosa”, del otro salón. Era un pin pon de afirmaciones que en el silencio del pasillo no paraban de resonar. “Que el amor propio no se vuelva una exigencia más, la idea es afirmar el autocuidado”.

Cerca de las tres de la tarde comenzó el primer show musical, un trío de guitarra, violín y voz. “Pero no vino nunca, no llegó, y su vestido azul se le arrugó”, cantan. El mundo se detiene en el llanto de una participante del encuentro. En ese momento, una joven cruza por completo el salón, como si de eso dependiera la existencia del planeta. Otra sale al rescate del costado y las tres se fundieron en un abrazo fuerte y eterno, mientras sus lágrimas se unían al unísono. 

“Lunes por la madrugada, cierro los ojos y veo tu cara”, se escucha y las cabezas se mueven al ritmo del tema musical. 

Llega el momento de volver a dividirse. Mientras suben la escalera, dos chicxs conversan: “Ahora entro en ropa que no me quiero poner, cuando era adolescente usaba ropa muy femenina para contrarrestar lo gordo. Ahora ya no la quiero usar. ¿Cómo me visto?”, y la otra persona contesta: “Quiero dejar de estar persiguiendo una zanahoria, de ser “bello” porque ni siquiera sé qué es eso”, dice mientras sube escalón por escalón. 

Roma, una joven de pelo violeta con una mirada franca, estuvo en las tres comisiones sacando fotos: “Muchas veces nos olvidamos de que el mundo es diverso. Hasta la arquitectura es poco amigable con la diversidad corporal, desde un asiento en el colectivo o en el cine”, dice con una mueca de indignación frotándose las manos del frío. 

“Nosotrxs pagamos el impuesto al gorde, hay un abuso de precios y es lamentable. Hoy en día hay un poco más de talles, creemos que están entendiendo que hay un mercado ahí”, aseguró e invitó a acercarse al activismo gordo: “Hay que desconfiar de quién no tenga amigues gordes, ¿qué pasa en ese grupo que hay tanta gente flaca? Hay que amplificar desde lo personal”, dijo asintiendo con la cabeza. 

El tiempo pasó más rápido que nunca, las cinco de la tarde llegaron volando. Al leer las conclusiones, el salón se llenó de gritos y ovación. “Espacio de formación para personal de la salud con participación de personas gordas”; “Actualización de la ESI y de la diversidad corporal”; “Descolonización del deseo”; “Tenemos derecho a existir como Gordes felices”; “Queremos trabajo de calidad, salud, educación, acceso al espacio público, a la política, al deseo y al goce”, fueron algunas de las conclusiones.  

Antes del cierre, una foto grupal, al grito de Gorde en tanga, risas y mucho agite. Luego, el show musical a cargo de Ivo Colonna y Csi Bienati. Tango, boleros y pop suenan en el Salón Parque de planta baja, mientras varies se suman a bailar. Comienzan a levantarse de a une, a mover sus cuerpos, ocupar los espacios, tocándose, mirándose, abrazándose. 

“Dos gordes juntes ya pueden ser un inicio. Abrazos gordes para todes. Nos vemos el año que viene porque hay cuarto encuentro”, y los aplausos ensordecedores concluyen la jornada.

Compartí

Comentarios