¿Cómo hacer comunicación sindical en tiempos de Milei?

🛠️ Con las nuevas redes sociales de la CGT y un movimiento sindical cada vez más activo, El Grito del Sur habló con los responsables de comunicación de las principales centrales sindicales. Lo militante y lo profesional, el rol de las juventudes y algunas reflexiones desde el campo.

Los especialistas en comunicación política del campo popular estamos muy acostumbrados a analizar campañas electorales o comunicación de gestión, pero muchas veces desatendemos el rol que tiene la comunicación sindical. Al calor del paro nacional, con las nuevas redes sociales de la CGT y con un movimiento sindical cada vez más activo, entrevistamos a los principales referentes del sector para conocer sus miradas sobre el tema. Para ello, El Grito del Sur habló con Jorge Sola, secretario de Prensa y Comunicación de la CGT;  Enrique Rositto, secretario de Comunicación de la CTA de los Trabajadores; Facundo Nívolo, secretario de Prensa y Comunicación Popular de la UTEP y Marcelo Cappiello, secretario de Comunicación y Difusión de la CTA Autónoma.

¿Qué hacer frente al shock?

Uno de los principales desafíos que se plantean ante un gobierno con una ofensiva tan grande contra los trabajadores es cómo poder trazar una estrategia y una agenda propia y ser efectivos en un contexto tan regresivo. Rositto lo describe de manera precisa: “Saber cuál es nuestra agenda, cuáles son nuestros ejes, ver cuál es nuestro lenguaje y mantenernos lo más firmes posible dentro de esos parámetros“. En esa sintonía, Nívolo plantea que “es necesario poner en agenda tres principales problemáticas: la del deterioro del salario, las jubilaciones y la emergencia alimentaria aunque resulta difícil ante los intentos del gobierno de correr el eje de manera permanente”.

Para enfrentar el DNU y la Ley Ómnibus, uno de los desafíos principales consiste en interpelar a la base propia para movilizarse, por lo que resulta cada vez más necesario dar cuenta de los distintos niveles de politización de los afiliados y no olvidar que muchos de ellos votaron a Milei. Cappiello aporta: “En nuestro sindicato hicimos una comunicación que no plantea consignas generales sino puntualmente destacar qué cuestiones del DNU afectan fuertemente a la vida concreta de los trabajadores. Esa es la forma de llegarle a los que no están politizados o que tal vez votaron a Milei, de interpelarlos directamente en lo que los afecta en su vida cotidiana”.

¿Cómo se lleva el sindicalismo con las redes?

Las estructuras sindicales sostienen, en general, una dinámica, una estructura y una tradición que pareciera no ser compatible con la impronta de las redes sociales (en constante cambio y actualización). Las transformaciones en los gremios llevan su tiempo, pasan por distintas instancias orgánicas, y en la comunicación y el lenguaje existen modos y formatos muy arraigados que son difíciles de cambiar.

En este sentido, el ejemplo de la CGT es paradigmático: en este año hizo una apuesta fuerte por renovar su comunicación lanzando su Instagram y X (Twitter) y se propone generar contenido no solamente para los afiliados sino para incidir en la opinión pública. Sobre esto nos aporta su secretario de Comunicación, Jorge Sola: “La Confederación General del Trabajo, más tarde que temprano, empezó a aggiornarse en la participación en las redes, a los fines de no quedar atada a una modalidad en la cual estaba perdiendo la posibilidad de ese contacto directo entre los trabajadores y las entidades que los representan”.

Cada estructura sindical tiene sus particularidades. Facundo Nívolo nos contó sobre el “mestizaje” de cuadros de comunicación de la UTEP, entre los profesionales o universitarios de clase media que se dedican a la militancia en la economía popular y aquellos militantes de los barrios populares que se forman como cuadros de la comunicación. En el caso de la CTA de los Trabajadores, Rositto destaca el mapeo que realizaron al interior de la central para medir las capacidades de los equipos de comunicación de las distintas regionales y sindicatos que la componen. Su resultado muestra la heterogeneidad de todas las estructuras del desarrollo comunicacional. En este sentido, el dirigente destaca la tensión entre equipos militantes y equipos profesionales que asumen tareas de comunicación. La tensión entre la comunicación militante y la profesional se repite en todo el campo popular y si bien genera tensiones, puede y debe ser aprovechada para potenciar la política. Tener miles de afiliados comprometidos con una causa compartiendo determinados contenidos puede -con una estrategia adecuada- potenciar la visibilización de ciertas demandas o reclamos.

La tensión entre la comunicación para adentro y para afuera

Algunas de las críticas más difundidas en la opinión pública sobre el sindicalismo se vinculan con cuestionar su representación, por la falta de renovación en sus liderazgos y por el menor peso que tiene el trabajo formal en nuestra estructura productiva actual. También, por un acumulado de prejuicios y la estigmatización que algunos medios de comunicación y sectores políticos intentan reforzar. Al mismo tiempo, existe un proceso social vinculado con las nuevas generaciones de trabajadores y su relación con el trabajo y los sindicatos. Cappiello plantea que “el sindicato antes era tu vida y ahora es la obra social”.

En este contexto, la intervención política presenta un doble desafío para las centrales: la disputa de la legitimidad en la opinión pública y la capacidad de interpelar a las nuevas generaciones de trabajadores. En estas tareas, la comunicación juega un rol fundamental. Acerca de esto, Nívolo plantea que el desafío es conectar con las problemáticas de la población y dialogar con el sentido común, no plantearse por fuera. Asimismo, Sola afirma que existe una tensión entre la comunicación sindical y la opinión pública, donde los medios de comunicación tienen un rol político que los lleva a enfrentar y estigmatizar a los gremios. Rositto destaca la necesidad de no confundir la función de la comunicación sindical, que “no es la de una agencia de prensa”: su responsabilidad es tener bien clara las dos dimensiones de la comunicación, hacia los trabajadores y hacía la opinión pública.

Acerca de la estigmatización del sindicalismo y cómo combatirla, Sola nos plantea la tarea de “demostrar desde lo discursivo, desde lo dialéctico, pero también desde lo fáctico que quien represente en su máxima autoridad a un gremio nunca deje de pensar que es un trabajador con diferentes responsabilidades. Y que, pasadas esas responsabilidades, sigue siendo un trabajador”. Sobre esta problemática, Cappiello dice que falta una estrategia articulada que muchas veces -ante las operaciones de prensa- referentes sindicales eligen “despegarse por la vía del silencio”. Nívolo plantea el desafío de encontrar desde la comunicación las acciones y las narrativas que se contrapongan a esa estigmatización e intenten romper el cerco mediático que impide muchas veces visibilizar las intervenciones positivas de los gremios.

Una reciente encuesta de Zuban Cordoba plantea que la ofensiva del gobierno de Milei y la respuesta de los gremios mejoró fuertemente la imagen de la CGT. Esto no es menor, ya que el sindicalismo es históricamente uno de los actores con peor imagen en la opinión pública (son varios los estudios que ubican al sindicalismo con una aprobación de apenas el 20%). Esta deslegitimación es parte de una estrategia política y comunicacional para nada improvisada que tiene como objetivo debilitar la clase trabajadora. De la misma manera, para revertir este proceso se requiere una estrategia sólida, coordinada e igual de planificada.

A modo de conclusión

El sindicalismo en Argentina tiene una historia muy rica y también un acumulado en el campo de la comunicación. Podemos aprender mucho de la capacidad de organizar equipos en todo el país con recursos muy diferentes y coordinarlos como hacen los gremios.

Por otro lado, los sindicatos tienen que saber que tienen a disposición un acumulado en comunicación que puede potenciar su intervención -especialmente en la disputa de la opinión pública- ante un escenario que amenaza sus conquistas y su misma existencia. Para combatir años de estigmatización y una nueva ofensiva que viene por todo, probablemente no alcance con seguir las recetas de siempre, es momento de inventar o errar.

Las campañas lado b, las cuentas fans y todas las estrategias de comunicación no oficial que se usan en las campañas electorales pueden ser un aporte para disputar en la opinión pública contra la estigmatización del sindicalismo. Pueden contribuir, además, las articulaciones con creadores de contenido e influencers para mejorar la imagen pública de referentes o instituciones. También las experiencias en “nuevas” redes como TikTok, contenidos de streaming o podcasts pueden servir a los gremios para desarrollar estrategias y conectar con sus trabajadores más jóvenes. Estos son solo ejemplos que sabemos que algunos sindicatos están explorando. Pero lo más importante, sin lugar a dudas, es una planificación estratégica y coordinada.

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Adrian Lutvak

Lic. Ciencia Política UBA. Especialista en Opinión Pública y Comunicación Política FLACSO. Integrante del equipo de comunicación de la campaña de Juan Grabois.