¿Cómo se comunica la rosca política?

🍩 Los acuerdos brillan por su ausencia, pero la rosca sucede. Las negociaciones entre el Ejecutivo, gobernadores y diputados siguen existiendo. ¿De qué manera comunicar la rosca en este contexto tan particular? ¿Cómo lo abordan los distintos actores políticos?

En la apertura de sesiones, el presidente Milei hizo un discurso épico contra la casta. Con su clásico planteo refundacional de la Argentina, reivindicó el accionar de su gobierno hasta ahora y planteó como principal novedad un llamado a la negociación. Lo hizo de una manera bastante extorsiva, pero no dejó de ser algo nuevo dentro del repertorio del Presidente. La negociación, que fracasó en el primer intento de sancionar la Ley Ómnibus, ahora vuelve a reeditarse de la mano del Pacto de Mayo y un paquete de alivio para las provincias. En esta nota queremos profundizar sobre cómo los principales espacios políticos abordan comunicacionalmente la negociación, o como se denomina coloquialmente, la rosca.

Como ya planteamos anteriormente, el actual momento político está caracterizado por lo que Magdalena Chirom llama un “gobierno-bait” que se dedica de manera sistemática a la provocación y generar escándalo. Esas son las principales armas del oficialismo que marcan los tiempos de la coyuntura. El diálogo, la negociación y el consenso no son los elementos que priman en este clima de época. A pesar de esto, son necesarios para todos los actores algunos mínimos acuerdos para lograr sus objetivos. Milei no parece nada entusiasmado en negociar, él mismo dijo el día de la apertura de sesiones que “no confía en los gobernadores” y, sin embargo, no tuvo más alternativa que llamar al diálogo. Los motivos pueden ser diversos: para poder acordar ciertas cuestiones fiscales y evitar el crecimiento del déficit, para evitar una crisis de gobernabilidad o para ganar tiempo y evitar el rechazo al Mega DNU, entre otras.

El no lugar de Juntos por el Cambio 

La coalición que ocupó desde 2015 hasta 2023 un rol central en la política argentina ahora se encuentra en una profunda crisis. Los actores que la integran han tomado diversos caminos que transitan con distintos niveles de audacia o incomodidad. A nivel legislativo, ya no existe como coalición y sólo se mantiene como una articulación de gobernadores. Aquí repasamos cómo se ubican algunos integrantes o ex integrantes de JxC.

Los sectores del PRO que responden a Patricia Bullrich eligieron alinearse directamente con Milei y el gobierno nacional. Referentes como María Eugenia Vidal, Cristian Ritondo y Diego Santilli -actualmente encolumnados con Macri- se ubican en una especie de oficialismo blue sin reivindicarse como parte del gobierno pero defendiendo y manteniendo como principal bandera un antikirchnerismo intransigente que, incluso en su comunicación, parece forzado (basta mirar la cantidad de posteos semanales que le dedican estos dirigentes a La Cámpora, Cristina y Kicillof).

María Eugenia Vidal y Diego Santilli

Por otro lado, quien tiene un lugar muy complejo es la llamada “oposición dialoguista” al proponerse sostener una voluntad de diálogo con un gobierno con baja predisposición para el mismo. Uno de los mayores referentes de esta posición es el presidente de la bancada de la UCR, Rodrigo De Loredo. A nivel comunicacional propone la difícil estrategia de ponerle un tono épico a una posición incómoda, como es apostar a un acuerdo con un presidente que dijo que los radicales son “tan nefastos como el kirchnerismo”. En sus redes podemos ver recursos audiovisuales y estéticos novedosos, pero que se encuentran con un límite político en un contexto de tanta polarización. En un lugar de oposición más clara se ubican otros sectores del radicalismo, como Martín Lousteau o Facundo Manes, que vienen rechazando con mayor claridad todas las políticas de Milei.

Dentro de los sectores de la oposición dialoguista encontramos otros actores que en su momento fueron importantes en el PRO, como Nicolás Massot. El diputado bonaerense despliega un discurso y una comunicación más sobria e institucional, lejos del baiteo o la búsqueda de lo “viral” pero, al mismo tiempo, resultó uno de los primeros políticos que fue al piso de Blender buscando llegar al público joven. Massot reivindica ubicarse en un lugar de centro, aunque “ese lugar no tenga público suficiente para ganar elecciones”. Es importante recordar que se trata de un discípulo de Emilio Monzó, que en diciembre de 2018 como presidente de la Cámara de Diputados hizo un histórico discurso de reivindicación de la rosca política y la definió como “entregar el ser, algo de lo que es uno con el otro”.

Presidiendo el mismo bloque pero desde una ubicación distinta está Miguel Angel Pichetto, que se ubica en una posición dialoguista pero fluctuante. Hace algunas semanas estaba muy cercano a Milei y en los últimos días se lo vio en reuniones con opositores peronistas como Insfrán o Moreno. ¿Cómo pasó Pichetto de líder del bloque del FPV, luego compañero de fórmula de Macri, a apoyar a Larreta contra Bullrich, a hacer guiños a Milei y ahora volver acercarse al peronismo? Él mismo lo definió con una contundente frase en el debate de la Ley Ómnibus: “prefiero la traición a la irrelevancia”. Esa no fue la única de sus máximas durante el debate que se viralizó: también les dijo que “les encanta seguir perdiendo” a los representantes del oficialismo. Pichetto tiene la particularidad como figura política de una comunicación oficial muy sobria y poco viral, más allá de algunas provocaciones en X (Twitter). Sin embargo, sus intervenciones públicas suelen tener gran rebote mediático y en redes. Este tipo de estrategia le permite al mismo tiempo ostentar cierta seriedad en sus redes oficiales, pero no dejar de tener visibilidad mediática y digital.

De izquierda a derecha: Emilio Monzó, Nicolás Massot y Miguel Ángel Pichetto

Los provincialismos

Los gobernadores y sus enfrentamientos y negociaciones con Milei y el gobierno nacional vienen siendo uno de los principales temas de agenda política. La definición de cortar las transferencias discrecionales, la obra pública y fondos federales como el de Incentivo Docente y de Transporte generaron múltiples conflictos. 

Cada gobernador eligió su propia aventura: algunos bajaron el perfil respecto a temas nacionales (como hicieron Jorge Macri, Gustavo Sáenz o Raúl Jalil) y otros definieron -ante las provocaciones y desplantes del Gobierno- plantarse con mayor frontalidad (como hicieron Nacho Torres o Martín Llaryora) con un discurso fuertemente provincialista, aún con la tensión de compartir base electoral con el Presidente y necesitar abrir una negociación por fondos. Estos gobernadores vivieron momentos de mucha tensión con Milei y luego bajaron los decibeles, por lo menos por un tiempo, ante la reapertura de los canales de diálogo. 

La defensa de los intereses provinciales y regionales tiene su punto más alto en la Patagonia, donde se lanzó el espacio de “Las provincias unidas del Sur”, el espacio que incluye a los gobernadores de las provincias patagónicas, su propio logo y redes. Para los actores políticos que no quieren subordinarse al Gobierno (pero tampoco desean quedar pegados a Unión por la Patria), la estrategia de provincialismo es la narrativa más potente en este contexto y eso queda plasmado en una estrategia de comunicación de muchos gobernadores que buscan ubicar su figura por fuera de cualquier referencia nacional.

¿Se puede negociar sin negociar?

Dentro del amplio espectro de la oposición, Unión por la Patria ubica el lugar más claro de todos: es la oposición más frontal a Javier Milei. Es, también, el bloque más importante en la Cámara de Diputados y Senadores. Pero la derrota electoral en el ballotage y el fracaso del gobierno que encabezó Alberto Fernandez llevó al espacio a una crisis y un proceso de reconfiguración con final abierto. El desafío de Unión por la Patria es representar a quienes se oponen a las políticas de Milei y al mismo tiempo reconstruir la legitimidad perdida. Para la mayoría de la oposición dialoguista, UxP aparece como una mancha venenosa con la que no quieren compartir espacios aunque existan puntos en común.

La pregunta que deben poder responder los gobernadores y legisladores de UxP es: ¿se puede negociar con el Gobierno sin entregar las banderas? Axel Kicillof es uno de los principales referentes del espacio y eligió el camino de la confrontación frontal pero con responsabilidad institucional. Un ejemplo interesante fue lo que sucedió con la “quinta hora”, un programa nacional vigente de 2022 que permitía la ampliación de la jornada escolar de la primaria y -según denuncian desde PBA- fue recortado. La estrategia para negociar la restitución no fue una rosca subterránea, sino intentar exponer al gobierno nacional con un tema sensible como la educación primaria.

Como quedó recientemente expuesto con la marcha atrás en los aumentos en el Congreso y cargos jerárquicos del Ejecutivo, lo que más hace recular al Gobierno es cuando una contradicción muy grande en su narrativa queda expuesta en la opinión pública, especialmente en las redes. Nosotros podemos pensar que la contradicción es permanente porque el ajuste no lo está pagando la casta, pero todavía la tolerancia social está a prueba y algunos hechos tienen más resonancia que otros.

Axel Kicillof

Palabras finales sobre la rosca

Para La Libertad Avanza hay roscas y roscas: la que implica la articulación y negociación con actores políticos está mal pero la que significa acordar, arreglar y brindar beneficios al poder económico concentrado está bien. Qué son el Mega DNU y la Ley Ómnibus más que el fruto de la rosca de un puñado de CEOS con sus representantes políticos. Para ellos, el problema no es negociar sino que el Estado pueda limitar el interés mercantil del poder económico.

La denuncia permanente de los “curros” de la política -que tiene en la campaña orquestada contra Juan Grabois uno de sus principales exponentes- es un ejemplo de lo que se busca instalar: todo tiene un precio, todo lo que se hace en política es un negocio, nadie tiene un interés en el bien común. Si este discurso caló tan hondo, es porque llevamos ya muchos años en los que una parte importante de los representantes políticos no cumplieron su rol adecuadamente, ya sea porque no pudieron, no quisieron o no supieron. En el caso del Frente de Todos, uno de los mayores fracasos fue no poder cumplir el contrato de empezar por los últimos para llegar a todos. La impronta del liderazgo de Alberto Fernández, los efectos de la pandemia, y el pésimo funcionamiento del Frente de Todos tuvieron como resultado cuatro años de demasiada rosca e internismo y poca calle y gestión. En este momento hay poco para negociar y mucho para luchar, salvo que se elija el camino de la traición que han elegido Daniel Scioli y Osvaldo Jaldo. Siempre habrá internas con las cuales distraerse, pero el triunfo de Milei y el éxito del discurso contra la casta demuestra que “nos pasamos de rosca” y faltó transformación a favor de las grandes mayorías.

Negociar es una parte importante de la política -y no es posible gobernar un país con las complejidades de Argentina sin una gran capacidad de articulación de intereses-, pero la negociación no es un fin en sí mismo. Tamara Tenenbaum habla en el Diario Ar de una marca de época de encontrar el goce y la fascinación en ver la transaccionalidad en todo. Es una forma de “sentir menos” en una sociedad cada vez más calculada y precarizada de manera desigual, es un camino que puede tener una función de supervivencia pero solo lleva al cinismo. En un contexto tan distópico y de crecimiento de la crueldad, es momento de ser cada vez más humanos.

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Adrian Lutvak

Lic. Ciencia Política UBA. Especialista en Opinión Pública y Comunicación Política FLACSO. Integrante del equipo de comunicación de la campaña de Juan Grabois.