De la risa por el desmayo al plano material: Milei da la espalda a la educación

😱 Resulta muy preocupante que la línea del presidente Javier Milei sea la ley de la selva, donde el sálvese quien pueda determine nuestro futuro. En los tiempos que atravesamos, el Estado debe ocupar un rol clave en el sostenimiento de las trayectorias educativas.

El pasado miércoles, el presidente Javier Milei realizó un acto en la escuela donde cursó sus estudios. Allí recordó anécdotas e hizo referencia a nuestra historia reciente: a la dictadura cívico-militar, la hiperinflación, entre otros hitos. Pero no quedó ahí, sino que dedicó buena parte del discurso a menospreciar la educación pública y a su comunidad educativa. Para el Presidente, la educación pública está llena de “zurditos”, y solo sirve para lavar el cerebro, mientras que el mérito, “el enseñar a pescar” y la libertad individual parecen ser su receta para la crisis que vivimos. Para colmo, en un acto de total crueldad, le pareció adecuado hacer chistes sobre eso mientras un estudiante caía desmayado. 

En ese marco, se armó un revuelo en redes y en los medios de comunicación a partir del cual cabe preguntarse las implicancias del discurso y pensar, en ese marco, el rol de quienes todos los días habitamos la escuela. 

Por un lado, desde lo simbólico, resulta muy preocupante que la línea del Presidente sea la ley de la selva, donde el sálvese quien pueda determine nuestro futuro, y donde la empatía y solidaridad queden de lado. Que se haya reído durante el desmayo, y que luego haya sido parte de la política comunicacional oficial, da muestra de que no es un hecho aislado, sino que es parte de una política más profunda. 

Por otro, que sea parte de una política profunda, implica que el discurso tenga su correlato en la cotidianeidad material de las escuelas. Lo que en el plano simbólico es un presidente dándole la espalda y riéndose de un chico desmayado, en el plano material es el recorte de fondos claves para nuestra educación (como el FONID que garantiza el salario docente o fondos de alimentación escolar) y el desentendimiento de necesidades centrales para que lxs pibxs no deserten como lo es la salud mental, o las becas. 

En la escuela, quienes todos los días nos encontramos allí, e independientemente de quien haya votado cada unx, todxs tenemos algo bien claro: nuestras redes nos sostienen cuando el Estado no está. Somos nosotrxs lxs que salimos a juntar kits escolares para que nadie se quede sin cursar, lxs que construimos espacios de contención cuando alguien lo necesita, lxs que nos organizamos por becas y viandas. Y eso, como el mensaje de Milei, tampoco es casualidad. La comunicación educativa construye desde una pedagogía de la empatía, del cuidado del otrx, desde la convicción de que habitamos un mundo en común, y que debe ser lo más igualitario para todxs. Reconociendo las diferencias ideológicas, de género, socioeconómicas, la escuela es constructora de entornos comunes, y proyectos transformadores, que lejos están del sálvese quien pueda. 

Por eso, estamos convencidxs de que frente a los tiempos que atravesamos, el Estado debe ocupar un rol clave en el sostenimiento de las trayectorias educativas, garantizando que estudiantes y docentes estén en condiciones dignas, y nadie se caiga del sistema por tener la panza vacía o no tener cómo llegar a la escuela. Esto implica, lógicamente, salir de la lógica individualista e irresponsable que, hasta ahora, ha demostrado el Presidente. Mientras eso no suceda, las comunidades seguiremos organizándonos, para reclamar lo que nos merecemos y sostener a nuestrxs compañerxs.

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