Seis meses pasaron desde el inicio de una nueva etapa en el conflicto entre Israel y Palestina. La guerra no comenzó el 7 de octubre con el ingreso de Hamas a territorio israelí. Además, el conflicto y la colonización tampoco son un diferendo religioso sino una disputa geopolítica y por el control de las tierras de esa porción de Medio Oriente. A seis meses del inicio del genocidio (no lo digo yo, lo investiga en esos términos la Corte Internacional de Justicia) y con un saldo de más de 33 mil palestinos muertos (en su gran mayoría mujeres y niños), recopilamos algunas de las principales informaciones que hacen al Holocausto de nuestro tiempo.
Treinta por uno. Los datos son escalofriantes y dan cuenta del supremacismo y la xenofobia que impulsa a la sociedad israelí. La última cifra difundida por el Ministerio de Salud de Gaza habla de 33.540 muertos ante los 1.200 israelíes fallecidos en el ataque de Hamas. Según la ONU, son 12.300 los niños que han muerto en Gaza en los últimos cuatro meses superando los 12.193 que fallecieron en conflictos en todo el mundo entre 2019 y 2022. La semana anterior, doce palestinos murieron ahogados mientras intentaban alcanzar la ayuda humanitaria enviada desde aviones a una playa de Gaza.
Hambruna. La UNICEF ya habla de una grave hambruna en el norte de la Franja de Gaza, donde la inseguridad alimentaria aguda pone en riesgo a los 335.000 niños y niñas menores de cinco años. Existe, dicen los expertos, posibilidad de desnutrición grave y de muertes masivas por causas evitables. En tanto, los colonos sionistas continúan realizando bloqueos en la zona del Sinaí para evitar el ingreso de cargamentos de comida y medicamentos a la zona de Gaza. Israel bombardeó el Hospital Al Shifa donde la última semana se exhumaron algunos de los cadáveres de las fosas comunes después de que las fuerzas israelíes mataran a cientos de palestinos y dejaran sus cuerpos en descomposición.
La guerra se expande. Israel busca extender el conflicto a nivel regional y el primero de abril bomardeó la embajada iraní en Damasco, causando la muerte de al menos once personas, entre ellos altos mandos de la Guardia Revolucionaria Iraní. Israel también ha bombardeado territorio del sur de Siria y de la zona limítrofe con El Líbano, sumadas a las constantes incursiones y asesinatos en territorio de Cisjordania. La apuesta de Israel es expandir el conflicto para forzar la intervención de Irán y la respuesta de Estados Unidos.
Protestas internas y gobierno de ultraderecha. La guerra le sirvió a Netanyahu para relanzar su gobierno: al calor del genocidio de palestinos logró barrer bajo la alfombra las nutridas protestas que se habían levantado en 2022 contra su intento de reforma judicial. En estado de guerra, armó una coalición con nacionalistas, ultraderechistas y segregacionistas e incorporó a varios de éstos a los altos mandos de gobierno. Pero al calor del avance del conflicto y sin un final en puerta, este último mes volvieron los reclamos. ¿Qué exigen? ¿Paz? ¿Una salida de dos Estados? No, básicamente la renuncia de Netanyahu o por su incapacidad en la gestión del conflicto o por su desinterés en la recuperación de los rehenes.
Crece la ultraderecha sionista. Al calor del avance de las fuerzas militares israelíes, crecen los grupos de ultraderecha, grandes responsables de la colonización de Cisjordania e impulsores de la salida bélica y la limpieza étnica. Hay grupos sionistas que presionan para la colonización total de Gaza y no son marginales: el propio ministro de Seguridad Interior, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, pidió colonizar la Franja. «Estoy orgullosa de las ruinas de Gaza y de que cada bebé, incluso dentro de 80 años, le cuente a sus nietos lo que hicieron los judíos», declaró Ayelet Shaked, ministra de Igualdad Social de Israel. En el último mes surgieron grupos sionistas que exigen la colonización del sur del Líbano.
Pérdida de apoyo en la comunidad internacional. El pasado 13 de diciembre, la Asamblea General de Naciones Unidas solicitó un alto al fuego humanitario. Fueron 153 estados miembros los que votaron a favor y solo 10 en contra: Israel, Estados Unidos y otros satélites marginales como Nauru, Micronesia, Liberia, o Papua Nueva Guinea. En Latinoamérica, los únicos dos países que acompañaron a Israel fueron Paraguay y Guatemala (en su gestión anterior, ya que cambió de gobierno en enero). En marzo, por primera vez en la historia, Estados Unidos se abstuvo en el Consejo de Seguridad y no vetó la propuesta que exigía un alto el fuego en Gaza. Una muestra de las crecientes diferencias entre Biden y Netanyahu.
Ultraortodoxos contra el reclutamiento. Los religiosos son un grupo numeroso que está exento de hacer el servicio militar obligatorio en Israel. Representan el 13% de la población, pero tienen una altísima tasa de crecimiento demográfico: 6,5 hijos por mujer. No están obligados a hacer el ejército, la mayoría se concentra en la zona de Jerusalén y el 44% viven bajo la línea de la pobreza. Es otro frente interno de Netanyahu, ya que cada vez más sectores presionan para que los religiosos también se enlisten.
