A pesar de los golpes, volvió Lula

🇧🇷 El metalúrgico fue electo para un tercer mandato, pero no la tiene fácil: el bolsonarismo social, la memoria viva de los pueblos y el complejo tiempo de transición donde gobernará un Bolsonaro derrotado pero aún en funciones.

Volvió Lula. Con el resultado más parejo de la historia electoral brasilera, después de haber pasado 580 días preso, con 77 años y tras perder a su compañera, a su hermano y a un nieto, Lula volvió.

“A nadie le interesa vivir en un estado permanente de guerra. Este pueblo está cansado de ver al otro como enemigo. Es hora de bajar a las armas. Las armas matan y nosotros escogemos la vida», señaló en su primera alocución pública como presidente electo. «No existen dos Brasiles, somos un único país, un único pueblo, una gran nación”, se encargó de subrayar.

Las elecciones en Brasil dejan una serie de conclusiones válidas para pensar Latinoamérica. En principio, a nivel regional, de las últimas 19 elecciones desde 2018, todas menos una (Paraguay) las ganó la oposición. ¿Clima de época, necesidad de recambio o hartazgo con la política?

El Tribunal Supremo Electoral, el presidente de Estados Unidos, la totalidad de los presidentes latinoamericanos, el francés Emmanuel Macron, el español Pedro Sánchez y hasta el expresidente argentino Mauricio Macri reconocieron la victoria de Lula. Quien hasta esta mañana no lo hizo es Jair Bolsonaro, quien durante toda la campaña amenazó con desconocer el resultado en un gesto que remite a su derrotado aliado estadounidense, Donald Trump. Contradictoriamente, el bolsonarista Tarciso da Freitas, flamante gobernador de Sao Pablo, reconoció el triunfo y declaró que el voto del pueblo es soberano.

«Nuestro compromiso más urgente es acabar otra vez con el hambre», enfatizó anoche Lula durante su discurso. En la actualidad, 33 millones de personas pasan hambre a diario en Brasil y los programas sociales de alimentación se volvieron uno de los ejes de campaña luego de que Bolsonaro aumentara drásticamente los recursos destinados para el programa Auxilio Familia (ex Bolsa Familia, iniciativa insignia del gobierno lulista).

Pierde Bolsonaro pero gana el bolsonarismo. Una expresión social que llega a casi la mitad del pueblo brasilero y que apoyó un discurso de libre portación de armas, exclusión de las mayorías y anarcocapitalismo económico. Habrá que ver la capacidad que tenga Lula en desarticular esta expresión social, pero la realidad es que se encontrará con unas instituciones complejas: el Partido Liberal controlará el Senado, la Cámara de Diputados y la gobernación más grande y rica del país, Sao Pablo.

Dos desafíos deberá enfrentar Lula antes de asumir el poder. El primero, el tiempo de transición: dos meses sensibles donde deberá negociar con un Bolsonaro derrotado pero aún en funciones. El segundo, la conformación de un gobierno con una amplia alianza de diez partidos que incluyen desde la izquierda hasta la centro derecha, expresada en su vicepresidente Gerardo Alckmin. Seguramente también busque incorporar a Simone Tebet, la candidata que salió tercera, quien extendió su apoyo a Lula en el ballotage y fue la primera en recibir un agradecimiento durante el discurso de victoria del líder del PT.

Al bolsonarismo social se le opone la memoria viva de los pueblos. El triunfo del metalúrgico da cuenta de la importancia que tuvieron los procesos que realizaron transformaciones profundas en función de los sectores más postergados. Y de cómo su legado persiste a pesar de la cárcel y la persecución.

«Me considero un ciudadano que ha vivido un proceso de resurrección», señaló Lula. Tal vez coincida también con la necesaria resurrección de los proyectos de integración nacional que AMLO no quiso, Alberto no pudo y el resto de los líderes de la reciente oleada ni siquiera intentó asumir. Vuelve Lula y con él la esperanza de un norte común para una región que resiste.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.