«Las escuelas en los barrios populares se volvieron a convertir en comedores»

Los vecinos y las vecinas de la Villa 31 denuncian el abandono del Estado y afirman que el proyecto de urbanización que busca llevar adelante el Gobierno de la Ciudad no tiene una perspectiva educativa. La falta de vacantes, las malas condiciones edilicias y los recortes en el área, en la mirada de Walter Larrea, docente y delegado de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).

En medio de un conflicto abierto entre los vecinos y las vecinas del barrio con el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, la comunidad educativa también alza su voz y pelea para ser escuchada. Walter Larrea, delegado de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), dialogó con El Grito del Sur sobre el estado actual de las escuelas de la Villa 31 y el proyecto educativo del gobierno dentro de la urbanización. Galpones, aulas ‘container’, chicos y chicas sin escuela, y un vacío cada vez más grande viene cosechando enormes críticas al Ejecutivo porteño. El abandono, la bronca y la lucha toman la forma de un gran puño que golpea la puerta del despacho de Soledad Acuña, sin encontrar hasta el momento una respuesta del otro lado.

¿Cuál es la situación actual de la educación en la Villa 31?

Lo que prima hoy en día en las escuelas es la ausencia del Estado: no existe la infraestructura necesaria y no hay políticas que tiendan a contener a los chicos y las chicas que llegan a la escuela pública. En los últimos años el gobierno porteño ha endurecido el recorte en las políticas educativas y los sectores populares son quienes más han sufrido las consecuencias.

Se cancelaron proyectos pedagógicos y educativos como el programa de cine o las clases de guaraní que llevábamos adelante, y frente a nuestros reclamos continúan haciendo oídos sordos. En febrero de este año se dispuso que los y las estudiantes de sexto y séptimo grado ya no tendrían la posibilidad de viajar en un micro escolar, medida pensada para quienes deben realizar un largo viaje desde su casa hasta la escuela. Gracias a la movilización de la comunidad educativa se logró revertir esta medida, pero está claro que no entienden la realidad de las escuelas que están en las villas de la Ciudad.

¿Cómo afecta la urbanización del barrio en términos educativos?

Hasta el año pasado contábamos con el jardín N° 6 DE 5, la primaria N° 25 DE 1 y la secundaria N° 6 DE 1, todos ellos demolidos a fines del 2017 de manera totalmente inconsulta para construir el Polo Educativo en dicho terreno. Actualmente la secundaria y una parte del jardín siguen funcionando en aulas modulares -más conocidas como aulas container-, mientras que la primaria y la otra parte del jardín fueron trasladadas a un galpón ubicado en el otro extremo del barrio que no cuenta con los requerimientos básicos para funcionar como escuela: no tiene ventilación, patio, ni entrada de luz solar.

El Polo Educativo es un reclamo histórico de la comunidad educativa que pensamos para mejorar las condiciones edilicias y aumentar la matrícula, y no tiene nada que ver con la propuesta del gobierno. Ese proyecto no es el que pensamos los y las docentes junto a estudiantes, padres y madres, están llevando a cabo un proyecto propio y el principal problema es que lo hacen de espaldas a la comunidad educativa. Los chicos por ejemplo pidieron un natatorio y eso hoy no está contemplado, no pudimos opinar siquiera sobre el tamaño de las ventanas.

Lo que pasa con el Polo Educativo es un reflejo de lo que ocurre también en las otras áreas. No se escucha a los vecinos y las vecinas y se pretende avanzar sobre el barrio sin tener conocimientos de las distintas realidades que habitan y conviven en él. No existe un proyecto educativo pensado con la comunidad, pareciera que su única propuesta es mudar el Ministerio de Educación al barrio.

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¿Cómo se vive la falta de vacantes? ¿Hay otras instituciones educativas?

Entre los tres niveles suman una matrícula de 800 estudiantes, y si bien no hay un dato certero respecto del número de niños, niñas y adolescentes que no encuentran un lugar en la escuela pública, aunque sabemos que la mayor demanda se encuentra entre los chicos y las chicas de 45 días a 5 años. A pesar de que la Constitución de la Ciudad obliga al gobierno a garantizar el derecho a la educación, sigue sin darse respuesta a este reclamo que,  año a año, cobra mayor magnitud.

Frente a esta situación, son las organizaciones del barrio las que van construyendo y ofreciendo alternativas para suplir las falencias del sistema educativo que nos proponen Acuña y Larreta. Existen desde hace algunos años el Profesorado Popular Dorita Acosta, espacio fundado por El Hormiguero, que lleva el nombre de una compañera desaparecida, y el Bachillerato Popular Casa Abierta, coordinado por La Territorial, el Bachillerato Popular Alberto Chejolan, una primaria para adultos y otro Bachillerato Populares coordinado por La Poderosa. Ambos espacios dieron la pelea también por su reconocimiento hasta el que el Gobierno de la Ciudad finalmente se los concedió.

¿Cuál es la situación casi tres años después de la asunción de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad y Mauricio Macri en la Nación?

Las escuelas en los barrios populares, a diferencia de otros barrios, se volvieron a convertir en comedores, vivimos una realidad totalmente diferente. Y en este contexto es una locura que se haya sacado el pan de las escuelas con la excusa de buscar una ‘dieta saludable’, cuando vemos además que se les sigue dando guiso, arroz y polenta. Es una medida sin pies ni cabeza.

Teniendo en cuenta esto último, ¿cómo se paran frente al aula sabiendo que más de uno ve la escuela como un comedor antes que como un lugar de enseñanza? ¿Hay políticas del gobierno que ofrezcan herramientas para estos casos?

Hay situaciones de extrema vulnerabilidad que te obligan a relacionarte con los vecinos, a entender lo que pasa en el barrio, su historia. Implica tener otra mirada y comprender que cuando un chico no puede asimilar los conocimientos, hay un trasfondo. Lo que te vende el capitalismo es que todos somos iguales, y eso es mentira, porque los chicos de los barrios populares arrancan la carrera 20 metros atrás. Es una realidad muy distinta a la de otros: los comedores del barrio no alcanzan, hay una fuerte militarización del barrio y muchas veces tiene a su padre y/o a su madre sin trabajo.

Los únicos proyectos que llegan desde el gobierno están relacionados al ‘emprendedurismo’, fomentan el individualismo y la competencia. Desde el equipo docente no compartimos esta visión, la rechazamos y creemos que los valores que debe transmitir la escuela son el compañerismo, la colaboración y el cooperativismo.

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Christopher Loyola

Estudiante de Edición (FFyL-UBA), Presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).