El tatuaje como sanación

Los tatuajes tienen una tradición milenaria y no sólo cumplen una función decorativa y ritual, sino que pueden ser la manera de cicatrizar una herida. El tatuaje como sanación y acto político.

Cuando hablamos de cicatrices pensamos en algo que se esconde, casi como símbolo de vergüenza. Rastro de una historia, la herida es recuerdo, transmutación y muchas veces dolor, pero también puede ser señal de recorrido que, en mayor o menor medida, dejó su impronta. Algo así piensa Fennel, quien hace un año se dedica a darle color a las cicatrices propias y ajenas a través de la técnica de hand poked.

Fennel es de Mendoza, pero vive en Buenos Aires desde hace cinco años y hace tres se dedica a tatuar. La idea de tatuar cicatrices surge luego de una performance donde se coloreó las que ella misma lleva en la cadera. “De más chica había pensado en taparlas porque, cuando uno piensa en cicatrices, instantáneamente siente que las tiene que tapar. Después entendí que colorearlas y hacerlas más visible era una forma de militancia porque en verdad la idea de que hay que ocultar las cicatrices tiene que ver con la mirada ajena y con todo lo que implica socialmente tener un cuerpo no hegemónico”, explica.

A partir de esta experiencia diferentes personas se le acercaron pidiéndole que las tatúe, cosa que empezó a realizar de manera gratuita o por una contribución voluntaria. “Todas las cicatrices que he tatuado no fueron para taparlas sino para colorearlas. Hay veces que uno odia tanto sus cicatrices que ni siquiera las ve. Entonces colorearlas es un autoconocimiento, es reencontrarse con una parte del cuerpo que uno tenía vetada”, cuenta y suma que se debe esperar al menos un año para poder intervenir la herida.

El hand poked se refiere a una técnica milenaria por la cual se realizan tatuajes con la aguja directamente en la mano sin necesidad de utilizar una máquina, lo que hace que sea menos doloroso e invasivo. Esta técnica estuvo ligada a lo místico en diferentes culturas del mundo y existiría desde hace 5.000 años, ya que en 1991 se descubrió que la momia Otzi, datada en esa fecha, llevaba alrededor de 60 tatuajes en su piel.

Recientemente, el hand poked fue recuperado no sólo por su tradición ancestral sino también por ser una forma más amable de conectar con el cuerpo, por lo cual no resulta raro que Fennel hable de ritual cuando se refiere al momento en el cual quien dibuja y quien es dibujado se encuentran y pueden empatizar. “He tatuado gente que se emocionaba justamente porque era una zona del cuerpo que siempre habían tapado porque pensaban que era fea y al poder tatuarla se producía un proceso de sanación. También sucede porque, cuando saben que yo lo viví en primera persona, se genera más confianza. La primera vez que lo hice sentí que estaba volviendo a abrir una herida, pero en este caso como parte de querer curarla”, señala. En ese sentido, ella acepta que -al estar bien visto socialmente- el tatuaje permite verlas de otra forma.

Igual que las heridas, los tatuajes también requieren un proceso de curación, que torna la piel en un palimpsesto de escrituras encimadas. Por eso, Facundo Salcedo cree que el tatuaje no solo es una sanación desde el acto físico de tapar una cicatriz sino como una manera de llevar durante toda la vida un aprendizaje hecho imagen en la piel. Para él, que trabaja con máquina, el tatuaje también puede ser el registro de una batalla ganada: “El tatuaje nos da la oportunidad de llevar en la piel algo que vivenciamos, que experimentamos y que nos refleja un sentimiento. Nos permite poder llevar una experiencia transformada en imagen, esa reflexión que nos marca como personas. El tatuaje es decidir conservar lo más crudo y hermoso de la vida en la epidermis para poder vivenciarlo cada vez que te ves al espejo. Sirve para recordar que el motivo de que el tatuaje esté ahí es que creciste y lo afrontaste”, explica el muralista.

El tatuaje tiene diferentes estilos, métodos y procedencias. Desde hace milenios, cada cultura lo resignifica en diferentes puntos del planeta como signo de pertenencia, sacrificio o decoración. Hoy, acá, en la Argentina del 2020 cada vez que alguien toma una aguja o una máquina en sus manos puede ser también una señal de cura, una manera de cicatrizar una herida que ya no es herida sino registro que se vuelve a recorrer como caricia, marca de un tiempo suspendido.

Para contactar a les tatuadores, podés entrar en @fen.nel y @facasalc

 

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