Cirugías estéticas y apliques en la generación z: «¿quién te hizo la carita?»

😱 Paula Qualina es cirujana mastóloga y se dedica a explantes mamarios. "Yo implantes no hago", cuenta a este medio. "Cada vez más chicas y chicos jóvenes tienen mayor presión estética y física, que es tremenda. En un mundo hecho de filtros hay como una dismorfia generalizada”, agrega.

Ilustración: Mar Lorenzo Sales
Ilustración: Mar Lorenzo Sales

Sentadas en su mesa, arroja la pregunta. —¿Quién te hizo la carita? — con años de oficio en interrogantes incómodos y cirugías, Mirtha Legrand le indaga a Fernanda Herrera (renombrada con el rótulo mediático de la «abogada hot») como si ella no pudiera dar cuenta de aquello que señala. Centennials, y nacidas o nacidos en la generación z son nietas y nietos de estos y más antiguos discursos televisivos. También contemporáneos, de ver a Zac Efron en “High School Musical” y a convertirse en la tapa de las revistas que traían posters que decoraron placares y paredes. Hace no tanto ni tan poco, la noticia de que se había operado el rostro irrumpió y fue tendencia.

“Hay claramente una presión que tienen las generaciones nuevas para ser perfectas”, percibe la doctora Paula Qualina en diálogo con El Grito del Sur. “Ayer estaba viendo una entrevista a Megan Fox, que fue elegida como la mujer más linda del mundo; que te pongan ese título es determinante. Porque si te dicen que sos la más inteligente, en última instancia decís: ‘puedo seguir leyendo y mejorando’. Pero cuando sos la más linda del mundo, ¿qué hay después?”, se pregunta.

En esa entrevista, la actriz de películas como “Confesiones de una típica adolescente” (2007), “Transformers” (2007) y “Diabólica tentación” (2009) contó las tres cirugías de mama con implantes puestos bien arriba, operaciones en la nariz y en las cejas, y expresó que tiene dismorfia corporal. “Esto es que se ve fea”, explica Qualina. El panorama es claramente más amplio. “Cada vez más chicas y chicos jóvenes tienen mayor presión estética y física, que es tremenda. En un mundo hecho de filtros, hay como una dismorfia generalizada” —percibe— “una alteración de lo que vemos, y de esos chicas y chicos hermosos que se ven feos, y decís ¿a dónde estamos yendo? Claramente debe haber una industria alrededor de eso y debe ser muy fructífera, donde los chicos son súper maleables, también por estar interesados”.

“Tuve una paciente que la explanté a los 19 años” — recuerda Paula— “Se había implantado y tuvo una reacción adversa espantosa y a los seis meses la estaba explantando. Ella en la misma cirugía se había operado la nariz, una rinoplastía. Una joven en lo que sería el canon hegemónico. Hay indicadores que sí, en los que igualmente a una persona le hace bien modificar su cuerpo pero evidentemente hay una presión para que esa chica haya decidido operarse”.

La activista, licenciada en psicología orientada en la prevención de trastornos alimentarios, y fundadora de Bellamente, Candela Yatche sostiene que “al editar nuestras fotos con una aplicación o filtros, también sentimos que estamos controlando nuestro cuerpo y pensamos que es completamente modificable”. “En el pasado, las imágenes que estaban editadas eran las que estaban en la revista, hasta en la vía pública, pero hoy en día vemos que son la de compañeros y compañeras de trabajo, las de amistades. Nos sacamos nuestras propias imágenes y nos comparamos con esas imágenes. Sí, se logró que muchas lleven el rótulo de «Esta imagen está editada digitalmente», pero ¿qué pasa en lo cotidiano?”, reflexionaba en una entrevista que tuvimos. Antes el acceso a una cirugía parecía cosa de Mirtha Legrand o Susana Giménez. Hoy es transversal y un tema que surge en lo cotidiano entre preguntas y dudas de: ¿y si me lo hago? 

Recientemente, la artista María Becerra replicó la polémica pregunta de Mirtha Legrand que encabeza esta nota, en un vivo donde respondió la pregunta que formularon sus seguidores, queriendo saber sobre los apliques en su cuerpo. Risueña y carismática como se caracteriza, la cantante dijo asumir aquello que pareciera permanecer en el plano de lo no dicho y remarcó naturalidad para hablar de estos temas: inyecciones de ácido hialurónico en labios y zonas, implantes mamarios. También de la satisfacción que le genera su imagen. “Ustedes saben que no me ceba caretearla”, manifestó. Si seguimos scrolleando archivos, la colega brasilera, Anitta, cuenta en El Hormiguero: “Yo misma diseñé mi cara”.

La Argentina se encuentra entre los diez países donde más se realizan cirugías estéticas. Así lo señaló un informe de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS, septiembre 2022), donde detalla que superó a naciones económicamente más desarrolladas como Italia, España, Grecia y el Reino Unido, así como a aquellas con poblaciones más grandes, como India e Irán. A la vez, la Argentina es el segundo país con más cantidad de casos de trastornos de conducta alimentaria. Y 8 de cada 10 mujeres argentinas se siente insatisfecha con su imagen corporal (primer estudio de Bellamente). 

En números, en el último año en nuestro país hubo un millón de procedimientos estéticos: 461.589 cirugías quirúrgicas y 554.929 procedimientos no quirúrgicos. Entre las cirugías más demandadas figuran: el aumento mamario, la liposucción, la cirugía de párpados, el aumento de labios y la rinoplastia; junto a un considerable número de abdominoplastias, levantamientos y reducciones de senos, aumentos de glúteos y lifting facial. “Todas las cirugías de contorno corporal”, Qualina precisa su definición. Mientras que las intervenciones no quirúrgicas más solicitadas son: el ácido hialurónico y el bótox, seguidos de cerca por la depilación definitiva, diversas técnicas de reducción de grasa y tratamientos para combatir la celulitis.

“Creo que Argentina, Colombia, Venezuela, culturalmente tenemos más esto de modificarnos corporalmente” — puntualiza la especialista, quien dio con la misma estadística trabajando en un paper suyo al dar con una investigación sin precedentes: una paciente a la que le vertía líquido con silicona de los pesones, algo que teóricamente no sucedía. “Y a todo esto, acá es más accesible económicamente y en Argentina, en cirugía plástica hay muy buenos profesionales. Vienen personas de todo el mundo a operarse acá. Tal vez una paciente en Estados Unidos por poner un ejemplo se va a operar a México y es complicado, pero viene y se opera acá por 1/5 de lo que le sale operarse allá y con un cirujano o cirujana de renombre y en un sanatorio de primera línea”, añade.

“Por otro lado, — advierte — es claramente una cuestión como de estatus. Si tenés la cara hecha, entonces quiere decir que tenés el poder adquisitivo para optar para un montón de tratamientos. Entonces quiero que se note como la cartera, pero en la cara”.

“Se está viendo que ahora otro tipo de cirugía que hace una mini fractura de costilla para hacer la cintura más chica. Pienso que esa fractura de costales no se la va a hacer tanto una persona de 50 años, sino una chica que quiera un cuerpo Kardashian”, señala.

Si nos ponemos nostálgicos, la historia moderna de la cirugía plástica se remonta al esfuerzo de profesionales por intentar reconstruir los cuerpos que destruyó la Segunda Guerra Mundial. En su formación como cirujana (un campo que sigue siendo ocupado mayoritariamente por profesionales masculinos) y mastóloga que la llevó a su paso por el Instituto de Tumores de Milán, a Paula Qualina le quedó clara la ecuación de reemplazar la mama que había que extirpar en casos de cáncer y colocar un implante. Sin embargo, su proceso la llevó a preguntarse por la seguridad de implantarse. “Yo implantes no hago”— nos cuenta— “Me atravesó un cambio de paradigma, cuestionarme: ¿vale la pena? 

Cuando empecé a dar a conocer las historias que mis pacientes me pedían, otras mujeres me decían: ‘generás terror’. Eso me afectaba. Pero una vez, una paciente me comentó que su cirujano viendo el derrame que le provocaron los implantes, le dijo: ‘tenés una sintomatología tan florida’. ¿Qué significa que alguien te diga algo así? Porque si yo fuera la paciente no me hubiera gustado que me diga eso. Porque pensás que el problema realmente está en vos, en algo anímico, psíquico, espiritual, pero cuando hay otra persona que te cuenta su causa podés pensar cómo atravesar la tuya”, menciona. Como en el caso de Silvina Luna, que Aníbal Lotocki desligó su responsabilidad.

Como en un contrapunto, la antropóloga Marce Butierrez nos dejó otra máxima a considerar: “ningún cuerpo es netamente biológico” ni natural. “¿En qué momento ciertas ideas de autoaceptación se terminan volviendo como un mandato?” —cuestiona la antropóloga— “Nos ponemos todas re body positive, ‘tu cuerpo está bien así aceptalo’, y ¿qué si no? ¿Qué si no puedo? ¿Vos le dirías a una persona trans que se siente incómoda con alguna de las características de su cuerpo: ‘aceptate así’?”.

Una cosa es que una chica de 20 se ponga un poco de labios. No me parece tremendo. Sino es ser más papista que el Papa. Porque son igualmente cosas que en última instancia sí se pueden revertir porque el ácido hialurónico se degrada y ya pasó. Pero otra cosa son ojeras; las ojeras y los pómulos; las ojeras, los pómulos y el baby botox. Hay procedimientos que sí que no tienen vuelta atrás sin consecuencias. Que una criatura de nueve/diez años tenga una rutina de skin care de x cantidad de pasos y se ponga una crema: ¿va a tener una dosis letal de algo? No, no le va a hacer mal. El tema es que se está ocupando a sus nueve años de eso”, manifiesta.

“En otro momento que usaba botox, me encantaba». No, no lo uso porque siento que tengo que tener un criterio unicista en todo. Yo no podría poner implantes y sacarlos, que por la misma puerta de mi consultorio entre una paciente que se va a poner un implante y otra que se está saliendo, otra que se lo saqué, ¿entendés? O también hablar de lo importante que es aceptarnos y tener la frente congelada”, reconoce Qualina, al tiempo que asegura que evita usar filtros en sus videos para Instagram y señala otra gran paradoja popular: “hay cierta edad donde ‘ya no queda bien tener la frente congelada’ porque te queda bien cuando sos joven, pero ‘después más te envejece’”.

“Igualmente, hay veces que me veo y pienso ‘estoy re arrugada, la pucha’. Pero bueno, digo le tengo que meter garra y encontrar también mi belleza en mi evolución”, remarca. Porque en definitiva, siempre seremos las y los mismos quienes a través del tiempo estamos luchando permanentemente con imágenes constantes –hoy cada vez más abundantes– que nos operan.

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