Entre el sálvese quien pueda y las políticas deportivas de inclusión

🏊‍♀️ Luego del conflicto en que un grupo de atletas casi se queda afuera del Sudamericano de Guayaquil, el Gobierno aumentó el monto de las becas para deportistas. ¿Qué implicancias tiene esta medida para el deporte de alto rendimiento?

A un mes de los Juegos Olímpicos de Tokio, Inés Arrondo, secretaria de Deportes de la Nación, anunció un aumento del 35% en el monto de las becas para atletas, entrenadores y entrenadoras que representan a la Argentina en competencias internacionales. Desde el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), ubicado en el barrio de Núñez, Arrondo indicó que “desde el gobierno nacional tenemos el compromiso de acompañar el desarrollo del alto rendimiento en nuestro país con una mirada integral que comienza en la etapa inicial y de formación del deporte hasta la representación nacional”. Este incremento se suma al 30% que ya recibieron en octubre del año pasado. “Cuando asumimos nos encontramos con las becas de los y las deportistas muy desactualizadas, con un aumento de apenas el 13% en 2019 durante la gestión anterior”, explicó Arrondo. Además, según informaron desde la Secretaría, hubo una ampliación del 10% en el volumen de becas, incorporando principalmente a atletas mujeres a la nómina, favoreciendo de esta manera a 1233 deportistas y 522 entrenadores y entrenadoras.

La medida llega luego del incidente ocurrido semanas atrás, en el que un grupo de atletas casi se queda sin poder viajar al Campeonato Sudamericano de Atletismo de Guayaquil que se llevó a cabo entre el 29 y el 31 de mayo. ¿Qué fue lo que sucedió? Una semana antes del inicio del Sudamericano, instancia en que las y los deportistas de los países del Cono Sur compiten por la clasificación a los JJ.OO., el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) decidió repentinamente reducir la delegación de atletas que debían viajar a la competencia. “El análisis técnico que hicimos es que debíamos priorizar la participación de los atletas ya clasificados a los JJ.OO de Tokio y sumar a los que pueden aspirar con visos de realidad a esa ansiada clasificación. Por eso, el informe señala a 19 deportistas y a 9 oficiales como la delegación acorde a ese criterio de prioridad”, había anunciado el Ente mediante un comunicado que dejó a la vista la concepción meritocrática que guía su funcionamiento. Con esa decisión, una treintena de atletas se quedaban sin la posibilidad de viajar al campeonato. “A una semana del Sudamericano de atletismo, el ENARD da de baja a 35 atletas quitándoles la posibilidad de ir a Tokio y a Mundiales, truncando los sueños y el esfuerzo de estos deportistas”, disparó en un tuit la medallista olímpica Belén Casetta al enterarse de la decisión del organismo.

Así quedó al descubierto la interna que atraviesa el deporte argentino y en la que se enfrentan diferentes concepciones de cómo deben ser las políticas deportivas nacionales. A esto se le sumó una operación mediática en contra de Arrondo, la ex jugadora de Las Leonas que se convirtió en la primera mujer en conducir la Secretaría de Deportes.

El ENARD, que fue creado en 2009 como organismo autárquico, es administrado en partes iguales por la Secretaría de Deportes de la Nación y por el Comité Olímpico Argentino (COA), que se alternan cada dos años en la presidencia. Actualmente lo preside el empresario Gerardo Werthein, también presidente del COA, quien tomó la decisión de reducir la nómina de deportistas que debían viajar a Guayaquil.

«Desde la Secretaría pensamos que hay que hacer todo lo posible para que vayan todos y lo más seguro en términos sanitarios es chartear un avión. Eso permitiría incluir a la totalidad de la delegación por un gasto similar al que estaba estipulado para realizar la competencia en el país», señaló Arrondo en aquella ocasión. Es que el sudamericano estaba previsto para realizarse en Argentina con un presupuesto estatal de 18 millones de pesos, pero luego debió ser suspendido por la llegada de la segunda ola de coronavirus, y entonces la sede pasó a ser en Ecuador. Lo cierto es que el Comité Olímpico se negó, pocos días antes de la competencia, a utilizar recursos económicos para enviar a deportistas con “pocas posibilidades de clasificación a los juegos de Tokio”.

A partir de ese momento, las y los atletas perjudicados comenzaron a organizarse y visibilizaron el conflicto a través de las redes sociales. Y la solución llegó de la mano del influencer Santiago Maratea quien, fiel a su estilo, convocó a sus millones de seguidores de Instagram a realizar una colecta de dinero solidaria para financiar el vuelo chárter de las y los atletas con destino a la ciudad de Guayaquil. Y lo logró. Finalmente, los 33 representantes del atletismo nacional viajaron y compitieron por un lugar en los JJ.OO gracias a la acción solidaria del famoso instagramer.   

Más allá de lo anecdótico y lo coyuntural del asunto, el conflicto dejó al descubierto la crisis que atraviesa al deporte nacional, que viene de arrastre desde fines de 2017, y las diferentes miradas en torno a cómo promover políticas públicas dirigidas al sector. El ENARD sufrió un profundo desfinanciamiento durante el macrismo, que incluyó una modificación en el modo de asignación de recursos al eximir a las compañías de telefonía celular del aporte del 1% de su facturación anual que iba destinado al Ente, dejando así que sólo se financie con el presupuesto discrecional dispuesto por el Estado.

Si bien las consecuencias de la política macrista se agudizaron con la pandemia, lo cierto es que pocas voces de atletas olímpicos se alzaron durante el gobierno de Macri para denunciar el recorte presupuestario y la reducción del monto de las becas.

Los Juegos Olímpicos en clave geopolítica

A lo largo de la historia, cuatro ediciones de los Juegos Olímpicos debieron ser reprogramadas: en 1916 debido a la Primera Guerra Mundial, en 1944 y 1948 por la Segunda Guerra Mundial y en 2020 a causa de la pandemia del Covid-19. Luego de la postergación, esta edición finalmente se llevará a cabo entre el 23 de julio y el 8 de agosto en la ciudad de Tokio, sólo con la asistencia del público local.

Más allá de los sentidos e identidades colectivas que se construyen -y se refuerzan- a través de la mediatización del espectáculo deportivo, varios especialistas en la materia coinciden en que los Juegos Olímpicos son el fiel reflejo de las asimetrías económicas que existen entre los países participantes. La historia es conocida y se repite en cada una de las ediciones olímpicas desde 1896: mientras que algunas potencias mundiales acumulan medallas de oro a mansalva, otros países apenas pueden obtener unas pocas medallas de bronce o de plata. Toda una metáfora de la acumulación originaria y la división internacional del trabajo.

Desde la perspectiva de las ciencias sociales, el venezolano Eloy Altuve Mejía, escritor y especialista en sociología del deporte, sostiene que “la dinámica de funcionamiento interno del deporte de alto rendimiento está regida por el poder económico” y que “a partir de la globalización se transformó en una empresa transnacional atípica productora de espectáculos y entretenimiento”. Entendidos de esta manera, según las palabras del escritor, los grandes eventos deportivos como los JJ.OO. se convirtieron en un espacio hegemonizado por la lógica del lucro con fines de acumulación de capital, en el que además se mide el poderío económico de las naciones y en donde los buenos resultados y los nuevos récords reflejan el financiamiento que cada uno de los Estados destina a la preparación de las y los atletas de cara a las instancias de competición. “El poder económico de esa empresa transnacional se concentra en el gobierno del deporte, encabezado por la FIFA, el Comité Olímpico Internacional (COI) y las multinacionales de EE.UU., Europa, Japón y China”, sostiene Altuve Mejía.

Ahora bien, desde esta perspectiva social, ¿quiénes fueron los grandes ganadores? En todas las ediciones de los JJ.OO realizadas entre 1896 y 2016, los nueve países más industrializados del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, China y Rusia) ganaron el 57% de las medallas (8.868). Ahora bien, si a estos países se les suman otros 16 países de Europa, el porcentaje de medallas ganadas es mayor aún: durante todas las olimpíadas, 25 países ganaron el 80% de las medallas (12.630). Por otra parte, ¿quiénes fueron los perdedores? 175 países se quedaron con el 20% de las medallas, y de ese total los países de América Latina y el Caribe sólo obtuvieron el 4,5% de esas medallas (706).   

Esta empresa transnacional en que se convirtió el deporte de alto rendimiento se sustenta, al igual que otras actividades económicas, en un modelo de producción extractivista de materias primas que exhibe las profundas desigualdades entre el centro y la periferia. “El deporte de alto rendimiento es la cuarta industria mundial lícita, sólo superada por las comunicaciones, la industria automotriz y la industria del petróleo. Pero al mismo tiempo esas tres industrias, que son las principales en el mundo, alimentan a la transnacional del deporte a través de su patrocinio”, afirma Altuve Mejía.

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Jeremías Herrera

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires