«Nuestra visibilidad va derrotando la cultura de la vergüenza»

🏳️‍🌈 A 11 años de la sanción de la ley de Matrimonio Igualitario, El Grito del Sur conversó con el militante socialista Esteban Paulón, director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas LGBT.

Aunque para muchos, muchas y muches -fundamentalmente para las nuevas generaciones- hablar del matrimonio igualitario es algo dado e incuestionable, la sanción de esta ley el 15 de julio de 2010 tuvo por detrás la lucha de miles de activistas que recién a partir de ese día empezaron a sentirse un poco más visibles, reconocides por el Estado y con el derecho a vivir su sexualidad libremente. Esteban Paulón fue une de elles.

Oriundo de Rosario, militante desde los 15 años del Partido Socialista, en donde fue secretario de Juventud, y actual director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas LGBT, Paulón recuerda cómo fue su recorrido por la militancia partidaria, los cambios que se produjeron en ella a partir de que se asumiera abiertamente homosexual, la reivindicación de su identidad, su involucramiento en el colectivo LGBT+, el camino recorrido junto a otres compañeres de Rosario y distintos puntos del país hasta la conquista de la Ley de Matrimonio Igualitario, y las tareas que aún quedan pendientes para avanzar hacia una Argentina con mayor inclusión y menos discriminación.

«Nunca pensé que iba a poder vivir una experiencia tan fuerte. Cuando entré al Partido Socialista a los 15 años, en la primera actividad a la que fui tiramos abajo un techo de machimbre para arreglar una casa vieja que tenia el Partido y donde íbamos a hacer la Casa de la Juventud. Y la verdad es que en ese momento jamás imaginé que la militancia política me iba a dar muchísimas oportunidades de poder gestionar, de llevar adelante proyectos, de ser hoy precandidato a concejal en Rosario, haber podido conocer parte del mundo, vincularme con referentes del socialismo en un montón de países. Tampoco pensaba que mi sexualidad me iba a llevar a involucrarme, meterme en el movimiento y haber contribuido a algunos de los avances más importantes que se dieron en los últimos años», cuenta emocionado.

Si bien tenía algunas dudas revoloteando en su cabeza, el Esteban de 15 años se sumó a militar al histórico Partido Socialista de Santa Fe centrado en las problemáticas y demandas de les jóvenes. Y así fue durante varios años, hasta llegar a ocupar el lugar de secretario de Juventud del PS, antes de alejarse un tiempo de su militancia en el espacio. Paulón recuerda que en su momento, una vez que «resuelve su sexualidad», abandonó el Partido por miedo a los comentarios y la ola de prejuicios con las que creía que iba a tener que lidiar. «Tenía ese prejuicio que nos inculcan desde muy pequeños de que estás sobreobservado, que cualquier cosa puede ser utilizada en tu contra y que tu orientación sexual puede ser una herramienta para descalificarte», comenta para luego aclarar rápidamente que de ninguna manera su alejamiento del Partido Socialista se debió a comentarios o actitudes que haya recibido por parte de sus compañeros y compañeras.

Al poco tiempo Esteban decidió sumarse a la Asociación Civil Vox, nacida en Rosario, empezó a trabajar en proyectos vinculados específicamente con el activismo disidente y así comenzó a articular con ATTTA, La Fulana, Nexo y otras organizaciones que en su momento militaban fuertemente campañas sobre el sida. Ya en el 2003, tras la aprobación de la Ley de Unión Civil en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, volvió a tener contacto con el Partido Socialista, a través del entonces diputado provincial Eduardo Di Pollina, a quien contactó junto a otres compañeres para poder avanzar en la provincia con una legislación similar. «Se me fueron todos los prejuicios, porque era un diputado que, al contrario, se sintió más comprometido con la causa al ver que había un compañero de su partido que estaba en las asociaciones y que estaba moviendo el tema», confiesa. Y agrega: «A partir de ese momento me di cuenta que de alguna manera era importante visibilizarnos dentro del espacio, que había otros compañeros y compañeras como yo, y que era cuestión de visibilizarnos para instalar la agenda y sacarnos nosotros mismos ese prejuicio de qué era lo que pasaba por ser visibles».

Dos años más tarde organizó desde el Partido Socialista un encuentro de activistas que reunió a más de cien personas, entre elles Lohana Berkins, Mauro Cabral, María Rachid y César Cigliutti, donde se empezó a discutir una especie de borrador para lo que terminaría siendo el primer proyecto de ley de Matrimonio Igualitario. Aquel 2005 se fundó la Federación Argentina LGBT+, de la que fue presidente entre 2010 y 2015, y es éste el espacio que terminó vehiculizando, junto al diputado Di Pollina, la presentación de dicho proyecto, que contaba entonces con apenas cinco o seis firmas. Aunque el proyecto no prosperó, en 2007 se dictaría una ordenanza para la creación del Área de Diversidad Sexual en Rosario, que fue la primera en la Argentina y la segunda en América Latina.

Finalmente llegaría el 2010 con esa tan ansiada votación en el Congreso el 15 de julio, donde a fuerza de lucha y con el despliegue de una hábil estrategia los colectivos de las diversidad conquistaron el Matrimonio Igualitario. Ese día, en la Plaza de los Dos Congresos, Esteban conoció a Pablo, quien actualmente es su marido pero en ese entonces no fue más que otro compañero con el que se saludó y abrazó en medio de la jornada. «Empecé a dimensionar algunas cuestiones esa noche con la gran cantidad de mensajes que recibí en redes sociales de chicos y chicas que me contaban sus ‘salidas del armario'», dice. Fue allí -asegura- donde la reivindicación por este derecho empezó «a tomar una dimensión humana cuando hasta ese momento para muchos era una causa». «Y más aún en mi caso particular, cuando en ese momento no tenía pareja y no sabía si en algún momento me iba a casar, pero era parte de mi plan de vida. En ese entonces me pesaba más el tema de la ley, el aspecto más político, los votos, los argumentos, la evidencia, las encuestas, los apoyos, los sectores políticos, cómo jugaban los medios, era todo un análisis más del plano político y no tanto del personal», admite.

«Entendimos que no alcanzaba con ser parte de los partidos, sino que teníamos que instalar esa agenda adentro para que efectivamente los partidos la tomaran de manera seria. Y eso fue también una estrategia inteligente en su momento porque la ley de Matrimonio Igualitario, por ejemplo, requirió acuerdos con partidos muy pequeños y muchas veces con poca representación, e incluso con sectores específicos en partidos más grandes. Porque los dos partidos mayoritarios, que eran la Unión Cívica Radical y el peronismo, no votaron unánimemente la ley, entonces había que consolidar hacia dentro de los partidos también a los sectores que nos apoyaban», resalta.

Para Esteban Paulón, no sólo el recorrido transitado antes del 15 de julio de 2010 significó un enorme aprendizaje, sino también el proceso posterior a la sanción de la ley. «El efecto más profundo y más fuerte tuvo que ver con lo que implicó social y culturalmente para nuestro colectivo, que al sentirse legitimado se hizo mucho más visible de lo que era y en esa dinámica de la visibilidad empezó a transformar y a educar a la sociedad en la diversidad», asegura.

Luego de la ley de Matrimonio Igualitario llegó la ley de Identidad de Género y más recientemente la ley de Cupo Laboral Trans. Pero incluso por fuera de lo que sucedió en materia estrictamente legislativa, los debates en la sociedad y en el activismo se fueron diversificando y creciendo. «Me siento de una generación de activismo analógico -asume entre risas-. Todos los debates de las identidades no binarias, los debates que se vienen hacia adelante, el poliamor, las relaciones abiertas, nosotros quedamos medio demodé luchando por el modelo tradicional de familia y matrimonio».

En 2015 Paulón volvió a Santa Fe, convocado por el entonces gobernador Miguel Lifschitz, para crear la Subcretaría de Diversidad Sexual, área en la que se desarrolló hasta el fin del mandato del Partido Socialista en 2019, cuando perdieron las elecciones frente al candidato del Frente de Todos, Omar Perotti. Una vez finalizada su tarea asumió el desafío de crear el Instituto de Políticas Públicas LGBT, una ONG que trabaja en consultorías, asesoramiento, capacitación y diseño de políticas públicas para organizaciones y gobiernos municipales. Actualmente se encuentra trabajando en dos proyectos de consultorías con Naciones Unidad y adelanta que hay un tercero que saldrá antes de fin de año. Su objetivo es poder continuar el camino recorrido hasta ahora en la defensa de los derechos del colectivo LGBT+, acortar la brecha de desigualdad y ampliar la base de respeto a los derechos de todas las identidades.

Esto no es casual en un contexto en el que, a pesar de los diversos avances, continúan siendo moneda corriente los ataques homolesbotransbiodiantes. Sobre este punto, Esteban Paulón plantea: «En primer lugar, ninguna ley tiene el efecto de una varita mágica. Las leyes son herramientas que vamos construyendo y que reflejan consensos en determinados momentos, pero que tenemos que utilizar para promover un cambio social y cultural profundo». «Evidentemente nuestra sociedad está construida sobre una matriz cisheteronormativa y patriarcal, que es muy fuerte y la base sobre la cual se sustenta en buena medida el sistema económico en el que vivimos», sigue.

En las últimas semanas el caso del joven Samuel, en España, conmocionó al mundo entero, luego de que un grupo de personas lo matara a golpes al grito de «maricón». Sin embargo, no es necesario irse hasta Europa para dar cuenta de actos discriminatorios y violentos que muchas veces se cargan la vida de una persona, sólo y únicamente por salirse de la heteronorma. «Más allá de las leyes que hemos conquistado sigue teniendo una valoración positiva la heterosexualidad por sobre la homosexualidad, por decirlo de manera simple, y por supuesto la cisgeneridad por sobre la transgeneridad», problematiza. Y refuerza: «Eso sigue existiendo por más de que haya leyes y haya personas trans conduciendo programas, o en la ciencia, o en la educación y la política, por más que haya un ministro gay, por más que ya en todos los programas de TV, las series y novelas haya historias de la diversidad. Por supuesto somos más visibles y eso contribuye mucho, pero sigue siendo «lo raro» o «lo distinto», y eso es algo muy instalado en nuestra cultura y lo que sostiene esa discriminación».

Por último, Paulón pone el acento en la prevención de la discriminación y la exclusión que muchas veces se da en los hogares, donde desde niñes se nos enseña de entrada qué es lo que está bien y lo que está mal. «En general, con todo el amor del mundo y por más abierta que sea la familia, un hijo o una hija LGBTIQ+ defrauda alguna expectativa familiar, por más que después te abrace y te diga «yo te acepto como sos y te quiero mucho», nadie está saltando en una pata diciendo «ay ojalá me salga une hije LGBTIQ+, ojalá tenga une hije no binarie, ojalá tenga une hije trans». Todo el mundo sigue percibiendo que eso genera alguna dificultad y alguna preocupación para la vida cotidiana y prefieren que su hijo, su hija o su hije no lo atraviese».

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Christopher Loyola

Estudiante de Edición (FFyL-UBA), Presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).