El trabajo invisible: Día del trabajo doméstico no remunerado

🙋‍♀️ Hace 39 años en Lima, en el Segundo Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, se declaró el 22 de julio como el “Día internacional del trabajo doméstico no remunerado”, para reconocer y poner en valor el trabajo doméstico y de cuidados tradicionalmente realizado por mujeres.

Hace 39 años en Lima, en el Segundo Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, se declaró el 22 de julio como el “Día internacional del trabajo doméstico no remunerado”, para reconocer y poner en valor el trabajo doméstico y de cuidados tradicionalmente realizado por mujeres, a las que se les asignó históricamente —casi como una cualidad “biológica”— que eran las responsables de todo lo que pasara puertas adentro de los hogares. Cuidar, limpiar, lavar, cocinar, alimentar, planchar, comprar, acompañar, gestionar la organización familiar y un sinfín de verbos más eran (¿¡y son!?) actividades poco reconocidas socialmente.

Por eso hablamos de un trabajo invisible que, paradójicamente, es fundamental para sostener la vida y el bienestar de todes. Como si fuera poco es un aporte esencial para la economía. En Argentina, según datos del Ministerio de Economía, el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representa un 15,9% del Producto Interno Bruto, siendo el sector de mayor aporte en toda la economía, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13,0%).

Así las 600 feministas reunidas en el encuentro del `83 disputaron el sentido de lo que entendemos por trabajo, cuestionando que sea solo lo que se consideraba “productivo” (fuera de los hogares). Remarcar que es un trabajo, es nada más ni nada menos, que dejar en claro que cuidar no es una marca de nacimiento de las mujeres sino una actividad que amerita un esfuerzo físico, mental y emocional, donde hay un saber-hacer y en el que se gasta tiempo.

El tiempo no para

La brecha entre varones y mujeres en la desigual distribución de los trabajos domésticos y de cuidados es el elefante en la habitación. Ya en el año 2013 la primera Encuesta de Uso del Tiempo (EUT) del INDEC nos mostraba que las mujeres le dedican 6,4 horas al día a estos trabajos, mientras que los varones 3,4 horas. Sí… ¡las mujeres lo hacen el doble de tiempo!

Además, la brecha no es solo entre varones y mujeres, sino entre mujeres dependiendo de sus ingresos. Las mujeres de hogares más pobres le dedican 8,1 horas diarias al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, mientras que las mujeres del 20% de los hogares más ricos le dedican solo 3 horas. Por eso hablamos de feminización de la pobreza, son las mujeres de sectores populares que ocupan todo su día a estos trabajos invisibles: cuidar a los suyos (y a los ajenos por poca plata), parar las ollas en los barrios, etc.

Con la intención de actualizar estos datos, en 2021 se realizó la primer Encuesta Nacional de Usos del Tiempo (ENUT). En los resultados preliminares que se dieron a conocer este año, el 91% de mujeres realiza trabajo doméstico y de cuidado no remunerado mientras que el porcentaje de varones es de 73,9%. Lo curioso es que si bien la cantidad de varones que tienen una “ocupación” —empleo por el que reciben un salario— es mayor (55,5%) respecto a las mujeres (36,9%), en la suma total del trabajo —el de “ocupación” más el “no remunerado” — las mujeres trabajan más. La famosa doble y triple jornada laboral.

Pero ¿por qué es importante contar el tiempo? En una campaña llamada “Contemos los cuidados” del 2021 impulsada por ONU Mujeres y el gobierno nacional, realizaron una experiencia social con 20 participantes reales. A todes se les preguntaba si realizaban o no diferentes tareas domésticas y de cuidado. Si la persona hacía alguna tarea que se mencionaba, debía dar un paso al frente. Una de las participantes, llamada Cristiane, mujer migrante que tiene 3 hijos, trabaja en casas particulares y es voluntaria en un comedor, quedó adelante como la que más tiempo dedicaba a los cuidados. En el video dice: “yo no me había dado cuenta que había llegado delante de todos. Pude tener conciencia de todo lo que yo hacía y yo misma no lo veía”. “Hagamos la cuenta, para darnos cuenta”, es el eslogan de la campaña.

Cuánto más tiempo se dedica a estas tareas, menos tiempo se tiene para insertarse en trabajos a tiempo completo (mejor pagos), estudiar, hacer deporte, ir al médico, hacer actividades de ocio o participar política o socialmente, etc. Esto no solo afecta a mujeres con hijes, sino que son en su mayoría mujeres las que cuidan hermanes, padres, abueles o familiares dependientes.

El patriarcado del salario

Silvia Federici, conocida popularmente por la frase “eso que llaman amor es trabajo no pago”, nos habla del patriarcado del salario para explicar el momento donde lasmujeres fueron expulsadas al ámbito privado del hogar a realizar trabajo gratuito y los varones fueron los considerados trabajadores reales por cobrar un salario. Y si bien hoy en día muchas mujeres tienen empleos por los que cobran un salario, podemos decir que por dedicar más tiempo al trabajo doméstico y de cuidados, son las que sufren mayores niveles de informalidad, trabajan en empleos peor pagos, menos horas o en sectores feminizados ligados al cuidado. Además de que no son reconocidas por el trabajo doméstico no remunerado que realizan.  

Lo que no da un salario, no se valora. La discusión por estos días sobre el Salario Básico Universal vino a poner sobre la mesa el replanteo de aquello que entendemos por trabajo, al igual que las feministas en el Segundo Encuentro que le puso efeméride a este día. Si bien la ley afectaría a un universo más amplio de personas, es innegable que este debate retoma un reclamo de la agenda feminista, como sostienen Verónica Gago y Luci Caballero en esta nota.

Que lo esencial sea visible para todes

Hace 39 años que tenemos sobre la mesa la necesidad de reconocer y redistribuir el trabajo doméstico y cuidado hacia adentro de los hogares y las familias. A su vez, que el Estado asuma esa responsabilidad. Ejemplo de ello es como contamos en esta nota sobre el proyecto de ley Integral de Cuidados. ¿Se acuerdan de la famosa frase de “El Principito” que dice “lo esencial es invisible a los ojos”? Según recuerdo, Saint-Exupéry nos quería mostrar que no todo lo que vale puede verse “con los ojos” sino que hay cosas que se ven “con el corazón”. Sin ánimo de arrogancia, me animo a decir que es hora de dar vuelta el significado y que lo esencial comience a estar a la vista de todes. De hacer visible lo invisible y reconocer el trabajo doméstico y de cuidado, esencial para sostener nuestras vidas. En definitiva, volverlo asunto de todes: un asunto de justicia social

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Veronica Casas

Antropóloga social (UBA). Es becaria doctoral en el CONICET y docente en la UBA. Investiga temas de géneros y trabajo, específicamente sobre trabajos de cuidado remunerados.