Pocas veces en su historia el movimiento obrero cumplió un papel tan determinante como el que propició en los últimos años en el tejido político, no solo como una estruendosa voz de resistencia ante el ajuste voraz del expresidente Mauricio Macri, sino también como uno de los progenitores indiscutibles de la gran coalición que luego permitió el triunfo electoral del Frente de Todos allá por 2019.
Sin embargo, ni por aquel entonces y mucho menos recientemente (tras el cierre de listas que coronó a Sergio Massa como precandidato a presidente) la clase obrera, columna vertebral del peronismo, ha podido ostentar una buena performance. A juzgar por los hechos, la participación de las y los trabajadores en el entramado electoral ha sido quizás el más precario en décadas.
En el caso de la lista bonaerense de “Unión por la Patria”, tan solo tres dirigentes de extracción gremial se incorporaron a la boleta de diputados nacionales que encabezarán Máximo Kirchner y Victoria Tolosa Paz, aunque vale decir, con distintos niveles de oportunidad. Uno es el secretario adjunto del SMATA y secretario gremial de la CGT, Mario “Paco” Manrique, dirigente del Frente Sindical para el Modelo Nacional (FRESIMONA), quien supo armar vínculos estrechos con Pablo Moyano y Ricardo Pignanelli y, que con sus fuertes críticas a la conducción de la CGT, se convirtió en uno de los impulsores más fervorosos de la candidatura fallida de Cristina Fernández de Kirchner.
Otra dirigente que se suma a la lista de precandidatos a diputados (en el puesto 18) es María Reigada, actual senadora provincial y dirigente histórica del SUTEBA y de la CTA de los trabajadores. De igual modo pero un peldaño por debajo (19) pudo colarse el ex dirigente de ATE de los Yacimientos Carboníferos de Río Turbio y otrora mesa nacional de la CTA, Edgardo Depetri, quien actualmente se desempeña como subsecretario de Ejecución del Ministerio de Obras Públicas de la Nación. Cabe aclarar que el ingreso a la Cámara Baja de ambos en un eventual triunfo bonaerense de “Unión por la Patria” debería ser acompañado por un alto caudal de votos, lo cual los ubica en un sitio aún expectante.
En el caso del Senado de la Provincia de Buenos Aires, la lista de aspirantes a la Cámara Alta por la tercera sección electoral -que encabezará el camporista Emmanuel González Santalla- llevará en el séptimo escaño al actual secretario general de los Canillitas, Omar Plaini, quien intentará renovar su banca por segunda vez. Plaini, hombre de Moyano, tuvo un rol destacado en los últimos meses en la elaboración del proyecto para un “Registro Único y Obligatorio de Trabajadores y Trabajadoras de APP”.
Algo que no ha salido todavía a la luz -quizá por el poco peso electoral del distrito- son las PASO que se llevarán adelante en la localidad de Campana, lugar de fuerte presencia de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) pero donde, en principio, se mantendrá autoexcluida. Aquí disputarán dos listas “kirchneristas”, en una de las cuales se presentará como candidato a intendente (aunque aparentemente con menos chances de triunfo) el actual secretario general del Sindicato de los Trabajadores y Trabajadoras de la Administración Nacional de la Seguridad Social (SECASFPI), Carlos Ortega, a quien también se lo reconoce por haber abogado en el operativo clamor por la candidatura de la actual vicepresidenta. La lista a la que se enfrentará el sindicalista la encabeza el joven Alejo Sarna, de extensa militancia familiar en el territorio.
Sin embargo, el muestreo no se agota allí. El ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, aunque con pocas chances de obtener en estas elecciones resultados alentadores para su Agrupación “Principios y Valores”, se presentará como precandidato a presidente llevando como compañero de fórmula al secretario general de la Asociación del Personal de Organismos de Control (APOPS), Leonardo Fabre, y como precandidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires a Horacio Valdez, secretario general del Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines (SOIVA). Aunque con un spot de campaña pegadizo que intenta recuperar la idea de la “década ganada” y un llamado a viva voz hacia el peronismo “ortodoxo”, lo de Moreno seguramente se inscribirá en otra más de una serie de travesuras sin destino.
Lo más sorprendente es la incorporación de Pablo Ansaloni en el quinto lugar de la lista de diputados nacionales bonaerenses en la boleta del ultraderechista Javier Milei. Ansaloni accedió por primera vez a una banca a través de una alianza entre Cambiemos y el partido FE, la fuerza política que en aquel entonces lideraba el sindicalista Gerónimo “Momo” Venegas, secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) y que desde el “peronismo” había puesto a disposición de Mauricio Macri. En este contexto, Ansaloni ganó peso en la estructura del sindicato y logró administrar los fondos de la obra social (OSPRERA), lo que lo llevó recientemente a estar acusado de asociación ilícita y desvíos de fondos por más de 10 millones de pesos debido a supuestas facturaciones truchas.
El caso de Ansaloni tomó estado público en las últimas semanas cuando trascendió un video del año 2021 en el que el dirigente gremial, en una reunión virtual con miembros de la UATRE, señalaba: “Estamos más unidos que nunca, nadie nos va a romper a nosotros, y nadie que no tenga que ver con nuestra provincia, porque son como los judíos, por ahí no tienen patria, no saben dónde están o a quiénes representan. Yo sí sé a quiénes represento: represento a la seccional 185 de Colón, provincia de Buenos Aires”, dichos que generaron el repudio de sus compañeros de banca y de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA).
La tesis de que el movimiento obrero es la columna vertebral del peronismo pareciera que al menos en el plano electoral volvió a quedar vacante. Quizá el aletargamiento del binomio cegetista -sumado a las propias dificultades en la coalición de gobierno que hasta último momento dilataron la conformación de una formula unitaria- conspiraron en la construcción de una arquitectura que habilitase una mayor gravitación sindical. Situación riesgosa si se admiten las altas posibilidades de un triunfo neoliberal en las elecciones generales de este año, y la necesidad de representación gremial en las Cámaras en defensa de las y los trabajadores.
