El aire gélido y los primeros rayos del sol que asomaban desde el este de la Quiaca le daban a la escena un misticismo que coincidía con la grandeza de la tarea a emprender ese día por las comunidades indígenas jujeñas. En pedido por buenos augurios a los ancestros y la Pachamama, las hermanas collas preparaban una ofrenda a los pies de una wipala y en dirección al Tayta Inti, el dios sol.
Poco a poco el acampe instalado a la vera de la Ruta 9 se iba iluminando y los integrantes de distintas comunidades se arrimaban a una ceremonia que combinaba pedidos a la madre tierra y demandas políticas. “No nos arrodillemos más, ellos son usurpadores, nosotros somos dueños y con ese orgullo vamos a caminar hasta Buenos Aires”, exclamaba Viviana.
El Tercer Malón de la Paz salía desde esas latitudes, atravesando toda la provincia de Jujuy, para llegar a Buenos Aires este 1 de agosto. Partieron a media mañana de la ciudad más septentrional de la Argentina, combinando trayectos en automóviles y a pie, fueron pasando por cada uno de los cortes intermitentes y acampes pacíficos que se sostienen hace más de 40 días en la Ruta 9 contra la reforma a la Constitución de la provincia de Jujuy impuesta por el gobernador y precandidato a la vicepresidencia de Juntos por el Cambio, Gerardo Morales.
Abra Pampa, Iturbe, Hornaditas, Tilcara y San Roque fueron las paradas desde donde miembros de las comunidades se sumaron a la delegación jujeña que se enfilaba con dirección a la Capital Federal. También se fueron incorporando desde Susques, Salinas Grandes y Coranzuli, entre otras localidades. Al llegar a Purmamarca -allí donde el pasado 23 de junio la Policía reprimió salvajemente y le arrebató un ojo a Misael Lamas, de 17 años-, fue realizado un acto en el que volvieron a reafirmar el objetivo del viaje.
En primer lugar, solicitar a la Corte Suprema de Justicia la nulidad de la reforma parcial a la Constitución de la provincia de Jujuy. Denuncian que la misma criminaliza la protesta social y allana el saqueo de sus territorios ancestrales, ubicados en lo que multinacionales y gobiernos denominan, relamiéndose, el “triangulo del litio”. Esto sin respetar el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (tratado al que Argentina suscribe), que estipula el derecho de los pueblos indígenas de participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan.
“Defendemos nuestro territorio porque es de lo que vivimos. Nos están atropellando esos derechos, esos principios y nuestra forma de vida. Es nuestra forma de vida lo que estamos defendiendo”, decía Griselda, desde el corte de Iturbe.
En segundo lugar, pedirán al Congreso de la Nación que dicte la intervención federal de la provincia de Jujuy para frenar el avallasamiento a los derechos humanos y la campaña de miedo que el gobierno jujeño viene llevando a cabo contra todas y todos aquellos que resisten a sus políticas.
El tercer punto principal es solicitar al Poder Legislativo la ley de propiedad comunitaria indígena, para tener un respaldo legal que reconozca el derecho sobre la tierra que habitan desde hace generaciones.
Esquivándole a la mala prensa en tiempos de campaña electoral, el señor feudal y gobernador jujeño se inclinó en las últimas semanas por enviar patotas para amedrentar y provocar a quienes sostienen la decena de cortes intermitentes y acampes pacíficos. Por esta razón, Sergio, integrante del Tercer Malón de la Paz, enaltecía el valor de aquellos que en medio de las bajas temperaturas o los implacables rayos del sol continuarán sosteniendo la medida de fuerza: “Hermanos que se quedan en la permanencia, tienen el mismo valor que los hermanos que van a marchar hasta Buenos Aires. Todos con un solo corazón y un solo objetivo hermanos, unidos como los dedos de la mano ¡Jallalla por eso, hermanos!”.
Los docentes que hace dos meses se mantienen en paro y realizan permanencias en toda la provincia, junto a organizaciones de derechos humanos y movimientos sociales que conforman la “Multisectorial contra la Reforma”, recibieron a los maloneros al arribar a San Salvador de Jujuy. En una jornada histórica, todos los actores del jujeñazo decían presente.
En su trayecto, el Tercer Malón de la Paz recorrió ciudades como Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Rosario. En su andar fueron dialogando y tejiendo redes con otros pueblos indígenas y organizaciones sociales que se sumaron a los reclamos en defensa de los territorios amenazados por el extractivismo.
Este martes 1 de agosto, en ocasión del Día y el Mes de la Pachamama, los pueblos andinos arriban a la misma ciudad que en 1946 vio llegar a sus abuelos y bisabuelos durante el gobierno de Juan Domingo Perón en demanda de la restitución de sus tierras. Hoy, 77 años más tarde, los pedidos de aquel entonces siguen vigentes.
Con la fuerza de sus ancestros y cinco siglos de resistencia en sus espaldas, las comunidades originarias inundarán la Plaza de Mayo de wiphalas, sahumos y gritos de jallalla por Jujuy.
