El intento de asesinato a Cristina Kirchner. El ataque con armas de fuego de una patota sin identificación sobre un grupo de manifestantes durante una movilización contra el FMI, en Córdoba. El asesinato a sangre fría del militante mapuche de la Lof Quemquemtrew, Elías Garay, todavía impune, en Río Negro. El atentado transodiante, con explosivos, en la casa de Naira Castillo, una mujer trans, en San Juan. La golpiza brutal que recibieron militantes del Partido Obrero mientras hacían una pintada, en CABA, de parte de una banda nazi. Las bolsas mortuorias con la cara de Estela Carlotto y otros referentes de organismos de Derechos Humanos que aparecieron colgadas en Plaza de Mayo, durante un tractorazo opositor. Todos hechos de violencia política, física o simbólica, que se produjeron en los últimos tres años y que fueron sistematizadas, por primera vez, por un grupo de periodistas e investigadores, quienes crearon un sitio web al que bautizaron RADAR (Registro de Ataques de Derechas Argentinas Radicalizadas). En total, se contabilizaron 173 ataques desde el año 2020 hasta la fecha, de parte de lo que llaman “derechas radicalizadas”.
“Llamamos derechas radicalizadas a aquellos sectores de la ultraderecha que apelan directa o indirectamente a la violencia como método de acción política. No se trata de un calificativo orientado al contenido de sus ideas, sino a las agresiones y ataques desplegados con intención de silenciar, amedrentar, disciplinar o aniquilar reivindicaciones de derechos individuales y/o colectivos, instaurar miedo e influir en la discusión pública”, describen en la presentación del espacio, que unió a organizaciones como el Equipo de Investigación Política (Edipo) de la Revista Crisis, y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
El sitio ofrece un mapa detallado en tiempo real con la geolocalización puntual de cada uno de los 173 casos de violencia política, con su descripción particular. De ese total, 85 se cometieron “contra identidades políticas”, 60 fueron producto del “negacionismo y apología a la dictadura”, 50 tuvieron como impulso “la misoginia, el antifeminismo y el antilgbtinbq+”, 22 corresponden al “nazismo, antisemitismo y supremacismo” y 16 al “racismo y la xenofobia”. Todo un compendio de odios muy en sintonía con la situación política que atraviesa el país.
“Nos interesaba sobre todo construir una herramienta de conocimiento y autocuidado para la militancia, que está abierto a recibir casos nuevos o que hayan quedado por fuera del relevamiento, con la idea también de construir una lectura colectiva sobre qué está sucediendo con este tipo de ataques, y cómo desarticularlos o darles una respuesta comunitaria”, contaron a El Grito del Sur desde Edipo.
“La idea surgió hace un año, a partir del atentado a CFK, que nos movilizó a pensar qué estaba sucediendo con los ataques fascistas. Creemos que hay un proceso subterráneo, virtual, de circulación del odio, que el contexto en el que estamos facilita que surjan a la superficie con distintos niveles de violencia, que se habiliten. Hay hechos que están vinculados con el contexto, algunos muy concretos con el proceso electoral, pero la herramienta está pensada a mediano y largo plazo para la elaboración de respuestas de los sectores populares”, agregaron.
El grupo que elaboró el mapa también realizó una precisa investigación sobre el atentado que sufrió CFK, al que bautizaron “la violencia avanza”. “El grupo que perpetró el atentado contra CFK participaba de un enjambre de organizaciones de ultraderecha que durante el primer semestre de 2022 cruzaron un umbral: lo que hasta entonces había sido enunciado como un insistente deseo en el plano virtual, pasó al acto en un in crescendo de ataques físicos organizados de manera consciente y planificada. El discurso de odio se hizo carne y se tornó estrategia de aniquilación”, dice el informe.
