¿Cursada «híbrida» para la UBA?

📚 El rector Alberto Barbieri pronosticó un primer cuatrimestre de 2022 con "presencialidad plena", pero la última palabra la tiene el Ejecutivo porteño. La vuelta es una certeza, lo que falta definir es el cómo: cada facultad tiene su propia hoja de ruta.

Hace apenas dos semanas el rector de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Barbieri, expresó en declaraciones radiales que «pronosticamos para los próximos cursos de verano y la inscripción del próximo cuatrimestre de marzo y abril tener la presencialidad plena». Una semana después, el recientemente nombrado ministro de Educación nacional, Jaime Perczyk, emitió una resolución que elimina el distanciamiento en las universidades y establece que «la efectiva reanudación de las actividades académicas presenciales en Universidades e Institutos Universitarios será decidida por las autoridades provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según corresponda, quienes podrán suspender las actividades y reanudarlas conforme a la evolución de la situación epidemiológica». Un par de días después el secretario de Políticas Universitarias, Oscar Alpa, anunciaba que están trabajando ya en una propuesta educativa para el nivel superior que prevén que sea ‘bimodal’ o ‘híbrida’.

Estudiantes y docentes que, al menos en su gran mayoría, no pisan las facultades desde el 19 de marzo de 2020 vienen dando ya algunos debates en este sentido y pidiendo ser parte de las discusiones y las decisiones que se tomen en cuanto al retorno a la presencialidad. Pero antes de sumergirnos en dichos debates, es importante tener una radiografía clara del nivel de presencialidad que se maneja actualmente en las distintas unidades académicas de la UBA.

Cada facultad es un mundo

Al igual que desde el inicio de la pandemia, cuando las definiciones sobre la cursada y su modalidad recayeron en cada unidad académica, frente al silencio o las resoluciones ambiguas del rector Barbieri, ahora será cada una de ellas también la que debe disponer la forma en que se regresa paulatinamente a la presencialidad, bajo qué protocolos y a partir de qué momento.

En la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) lo único que volvió a la presencialidad fue la realización de algunos trámites adminisrativos, mientras que el dictado de clases y las evaluaciones continúan de manera virtual. La Facultad de Filosofía y Letras atraviesa una situación similar, donde un sector de les trabajadores no-docentes volvieron a habitar la facultad y, salvo algunas pocas excepciones de materias que no podían dictarse virtualmente, la cursada continúa de manera remota. La Facultad de Derecho y la Facultad de Ciencias Económicas fueron de las primeras en habilitar esquemas de presencialidad una vez que el Rectorado lo permitió. En el caso de Derecho, hay aproximadamente un 10 por ciento de la cursada que volvió a la presencialidad y en las últimas semanas se habilitaron también los exámenes finales y libres presenciales. Pero Económicas registra incluso mayores niveles de presencialidad: en septiembre ya se rindieron exámenes finales y remanentes y se estableció una modalidad mixta de cursada, donde se anticipó qué materias volverían a la presencialidad y se empezó a avanzar con ese esquema.

Psicología y Medicina viven escenarios parecidos. En todas el nivel de presencialidad es muy bajo y se relaciona mayormente con las clases prácticas. En el caso de la Facultad de Medicina, solo algunes estudiantes del primer año de la carrera son quienes asisten presencialmente una vez por semana. Además, quienes cursan en hospitales ya están yendo una o dos veces por semana, en algunos casos, o todos los días, en otros casos. La Facultad de Agronomía, aunque sostiene un sistema reducido de presencialidad, empieza a habilitar evaluaciones y distintas instancias de manera presencial que vienen llevando a estudiantes y docentes a pisar nuevamente la institución. Tanto en la Facultad de Ingeniería como en la de Ciencias Exactas y Naturales y la de Farmacia y Bioquímica el retorno a la presencialidad se vio atado principalmente a algunas prácticas de laboratorio, a partir del inicio de este cuatrimestre. En el caso de Exactas, además, también están volviendo progresivamente las actividades de investigación, las cursadas prácticas tienen un sistema mixto y son muy pocas las clases teóricas que se desarrollan de manera presencial. Para el acceso a la biblioteca, en tanto, hay que solicitar turno previamente y los exámenes finales se vienen alternando entre presencialidad y virtualidad.

Por último, en el caso de la Facultad de Ciencias Sociales el nivel de presencialidad, en materia de actividad académica, es nulo. De todas formas, según lo que pudo saber este medio, se relizarán actividades presenciales muy puntuales de algunas cátedras de las cinco carreras en lo que resta del segundo cuatrimestre. «Para el curso de verano se está planificando que el 50% de las asignaturas se dicten en modalidad presencial y el 50% en modalidad virtual. Y se está trabajando en las precisiones para la planificación de la oferta del primer cuatrimestre», informó Larisa Kejval, directora de la carrera de Comunicación Social.

«En el caso de la carrera de Ciencias de la Comunicación se planificaron encuentros presenciales con los talleres de primer año y los talleres de las orientaciones que se ubican en el tramo final de la currícula. De este modo, se prioriza que les ingresantes puedan conocer el espacio de la Facultad y a sus propios compañeres. También se facilita que quienes están egresando, y ya no volverán a cursar, puedan hacer un cierre presencial junto a sus grupos de trabajo. Se trata de actividades optativas orientadas a la revinculación institicional», contó la docente y licenciada en comunicación. Y agregó: «Entendemos que no pueden ser clases obligatorias ya que el «contrato pedagógico» construido a inicios de cuatrimestre o del año fue de virtualidad. De tal modo, muches estudiantes han organizado sus vidas desde estas condiciones de cursada. Por otro lado, se trata de actividades destinadas a algunas cátedras puntuales con el fin de garantizar un regreso cuidado y gradual en una institución que se caracteriza por la masividad y condiciones edilicias muchas veces precarias».

¿Alguien puede pensar en el CBC?

La situación de les estudiantes y docentes del Ciclo Básico Común es un tema en sí mismo que viene generando gran revuelo en las últimas semanas. Luego de que las autoridades del CBC anunciaran la apertura de sus sedes para poner en funcionamiento los Departamentos de Alumnes y las Bibliotecas para que les estudiantes puedan acercarse a consultar bibliografía, estudiar o realizar trámites de manera presencial, llegó un aviso un tanto más problemático. La Dirección del CBC, con el visto bueno del Rectorado de la UBA, dispuso la toma de exámenes finales de manera 100 por ciento presencial para el mes de diciembre. Desde entonces les estudiantes resisten esta medida, cuestionan la poca anticipación con la que se anunció y reclaman que se habilite la posibilidad de rendir también de manera virtual. El problema, según explicaron, no tiene que ver per se con el hecho de ir a rendir presencialmente, sino las dificultades que esto supone para les estudiantes que se encuentran cursando en otras provincias, o incluso fuera del país.

«Les estudiantes estamos muy preocupades y desorientades, ya que en un primer momento se nos había anunciado que el cuatrimestre empezaría y terminaría bajo la modalidad virtual», manifestó Martina Cafaro, militante de La Mella y estudiante del CBC. «No mandaron ningún mail oficial, la mayoría de les estudiantes nos enteramos por Instagram, o por los grupos de WhatsApp autogestionados. Son muy poques les que entran a la página del CBC o UBA XXI a ver el foro de noticias», agregó en relación a la forma en que la mayoría de les estudiantes recibió la tan cuestionada noticia sobre los exámenes.

Por tal motivo, les estudiantes se vienen organizando de manera autoconvocada para pedirle respuestas al director del CBC, Jorge Ferronato. Se reunieron más de cinco mil firmas, se entregaron petitorios a las autoridades universitarias y se movilizaron en dos oportunidades: la primera fue a la sede de UBA XXI, ya que les estudiantes que se encuentran cursando bajo esta modalidad también se ven afectades por dicha resolución, y la segunda a la sede del Rectorado, ubicada en Viamonte 444. A pesar del pronunciamiento de diversos centros de estudiantes y de la propia Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) -hoy en manos de agrupaciones afines al rectorado-, aún no hay una respuesta clara y concreta sobre la modalidad en que se tomarán los exámenes finales de diciembre y qué sucederá con les estudiantes que no puedan presentarse a rendir presencialmente, en caso de que las autoridades no habiliten una alternativa virtual.

Volver sí, cómo es la pregunta

Mientras vuelven a la presencialidad diversas universidades del país y muchas otras se vuelcan sobre el debate que esto conlleva, la UBA empieza a abrirse paso también en un contexto en el que -al igual que desde el primer día de la pandemia- prima la ambigüedad y la toma descentralizada de decisiones. Y lo que hasta hace un tiempo podía parecer secundario o lejano, hoy es un debate urgente. «Hace varios meses que se viene discutiendo la posibilidad de retomar las clases presenciales en la UBA de cara al 2022; por lo tanto, dichos anuncios no se presentan como una sorpresa. A lo largo del segundo cuatrimestre se han habilitado progresivamente instancias de materias prácticas, laboratorios, bibliotecas e incluso exámenes. Dichas instancias estuvieron reguladas por la resolución del Consejo Superior», le dijo Mariana Gottardo, consejera superior por la Minoría Estudiantil, a El Grito del Sur.

Federico Pachamé, militante del Partido Obrero y vicepresidente del Centro de Estudiantes de Farmacia y Bioquímica, también se refirió a los anuncios de los últimos días y opinó: «La UBA anuncia resoluciones sin presentar ningún tipo de condiciones organizativas para llevarlas a cabo, sin dar claridad, y por sobre todas las cosas sin decir cuánto presupuesto van a poner para garantizar esas condiciones. Eso nosotros lo vemos como un problema de mucha envergadura. Y esto vale para Barbieri en la UBA y para Perczyk en el Ministerio, que ahora le tira la pelota a las provincias y a los rectores porque la experiencia educativa a nivel nacional con (Nicolás) Trotta fracasó durante la pandemia».

Por otra parte, la presidenta del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras, Camila Larrigaudiere, admitió que «con lo avanzada que está la campaña de vacunación y con la baja ininterrumpida de la curva de contagios, casos y fallecimientos, la vuelta a la presencialidad era algo inminente». «De todas maneras, es necesario que así como el rector de la universidad comunica la vuelta a la presencialidad, destine una partida presupuestaria a todas las unidades académicas para hacerle frente a los costos de poner en condiciones todas las instalaciones para una vuelta digna y cuidada para todes», sumó. Y refiriéndose en particular a la resolución del ministro Perczyk, la joven militante del Movimiento Evita advirtió: «Eliminar por resolución el distanciamiento es algo muy peligroso porque si bien la campaña de vacunación es impresionante, la pandemia no terminó. En ese sentido, los protocolos tienen que tener criterio de realidad y ser discutidos genuinamente con toda la comunidad académica, porque sino no hay vuelta segura posible».

El Grito del Sur conversó también con Pablo Perazzi, secretario general de FEDUBA, quien se refirió en primer lugar a las acciones del Ministro de Educación y luego a las declaraciones del rector de la UBA: «La decisión de Perczyk parece ser una línea que ya había planteado el ministro anterior, Nicolás Trotta, es decir que hay una línea de continuidad ahí y tiene que ver también con que lo que se había planteado previamente -con el aval presidencial- más allá de los cruces que hubo entre la cartera educativa y Presidencia de la Nación en delegar en las autoridades sanitarias provinciales y las autoridades universitarias de cada provincia la discusión sobre el retorno a la presencialidad». «Respecto a la decisión de Barbieri, me parece que es más una búsqueda y una salida a la cancha para que se vea que hay cierto dinamismo y entusiasmo, cierta iniciativa por parte de la conducción de la UBA, que de todas formas si buceás un poquito no se condice con lo que está sucediendo en las distintas unidades académicas y mucho menos con lo que efectivamente está haciendo la UBA en materia de discusión con cada facultad respecto de ese retorno. Es más un autobombo que se va a terminar resolviendo por su propia inercia que por la voluntad política del Rectorado», apuntó.

A diferencia de lo ocurrido con la vuelta a la presencialidad en el nivel inicial, primario y secundario en la Ciudad de Buenos Aires y distintas jurisdicciones del país, cuando docentes, familias y estudiantes se organizaron en contra de las resoluciones que les obligaban a volver a las escuelas, ahora son les estudiantes y docentes quienes ven con buenos ojos un retorno a las instituciones educativas. Cabe destacar, sin embargo, que el contexto epidemiológico actual es diametralmente distinto al de febrero de este año y que, al igual que en los otros niveles, la comunidad educativa reclama ser parte del debate sobre el retorno.

“Nosotros siempre defendimos la presencialidad con condiciones de higiene, seguridad y medio ambiente de trabajo, y lo hacemos por razones pedagógicas y políticas, en defensa de los derechos de los trabajadores docentes, de la universidad pública, científica y gratuita. El espacio de debate crítico, constructivo entre estudiantes y docentes bajo ningún punto de vista es el mismo en la virtualidad que en la presencialidad”, expuso Ileana Cellotto, secretaria general de AGD-UBA. Y advirtió: “No estamos en contra de los avances tecnológicos, los defendemos también para los casos que corresponde la educación a distancia, pero hay que tener en cuenta que detrás de estos planteos virtuales o híbridos hay un gran negocio de corporaciones de plataformas y también una intención de convertir a las universidades en campus virtuales, entornos digitales o meras curseras, y eso va en detrimento de la educación superior”.

Entre les estudiantes también hay un amplio consenso sobre los beneficios y la necesidad de volver a la presencialidad, aunque existen algunos matices respecto del modo y las perspectivas de cara a los debates que se aproximan. “Cursar presencialmente permite otro tipo de formación, implica estar conectade con tus compañeres, docentes. Transitar la realidad cotidiana y pisar los pasillos de la facultad habilita un intercambio que permite más fácilmente una formación de profesionales con un vínculo más profundo con la colectividad. La virtualidad es muy solitaria e individual en ese sentido; sin embargo, entendemos que estamos en un fuerte cambio de paradigma y que hay cosas que vinieron para quedarse. Por eso creemos que habría que dar un debate en torno a qué hacer con las nuevas formas de aprendizaje que se habilitaron estos últimos dos años”, planteó la estudiante del CBC.

En línea con el planteo de les docentes, la consejera superior y militante de La Mella, Mariana Gottardo, sostuvo: “El regreso a la presencialidad es una oportunidad para establecer una mejora en las condiciones materiales de cursada. Previo a la pandemia era muy común el hacinamiento en aulas, la falta de insumos básicos de higiene o de mobiliario, entre otras cuestiones que son fundamentales para tener una cursada en condiciones dignas. La vuelta a las universidades debe ser con mejores condiciones y derechos para estudiantes y docentes”.

Kejval, desde un lugar más institucional y de dirección de una de las carreras que dicta la Universidad de Buenos Aires, también se pronuncia en favor del regreso a la presencialidad. “Creo que el sistema universitario debe recuperar pronta y gradualmente las actividades pedagógicas presenciales, desde condiciones cuidadas. La virtualización forzosa a la que nos obligó la pandemia ha dejado múltiples aprendizajes sobre cómo las herramientas digitales pueden enriquecer las dinámicas de trabajo y la enseñanza. No obstante, creo que urge volver a habitar la universidad pública. Gran parte del sentido y los aprendizajes de la vida universitaria se vivencian en el trabajo colectivo, el compartir con colegas y compañeres, en el debate fraterno, en el trabajo territorial. Es necesario que los cuerpos se encuentren para que esta dimensión de la vida universitaria se desenvuelva de forma más fluida y potente. La virtualidad tiende a dejarnos un poco más aislados, un poco más solos y solas”, afirmó.

Pero más allá de las lecturas que hace cada sector y las diversas organizaciones, tanto el retorno a la presencialidad en 2022 como la convivencia de ésta con un sistema virtual parecen ser un hecho. Y los interrogantes que se abren tienen que ver entonces, por un lado, con la forma en que las autoridades de la Universidad de Buenos Aires garantizarán las condiciones edilicias adecuadas de los edificios y las herramientas tecnológicas necesarias para sostener una modalidad “híbrida” de cursada, así como, por otro lado, con el nivel de participación que tendrán docentes, no-docentes y estudiantes en las discusiones venideras.

Sobre el primer punto es interesante prestar atención al anuncio que realizaron el ministro Jaime Perczyk junto al titular del Enacom, Claudio Ambrosini, en los últimos días: el Gobierno nacional invertirá mil millones de pesos para proveer de conectividad a las 58 universidades de todo el país. “Aquellas universidades que están más debilitadas serán priorizadas, porque los que tienen peores condiciones de conectividad deben ser atendidos antes. Hablar de esto es hablar de pospandemia, de lo que viene, y de cómo construimos una universidad para un país que quiere ser mejor”, dijo Perczyk durante el anuncio del acuerdo del que también fue parte el rector de la Universidad Nacional de Jujuy y el presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).

De todas formas, los sindicatos docentes advierten también que el sistema bimodal que decida implemente debe ser discutido con toda la comunidad educativa universitaria y respetar los derechos laborales de los y las docentes.

Y sobre el segundo punto antes señalado, estudiantes y docentes ven con preocupación que su reclamo para ser parte de las definiciones no sea escuchado por las autoridades de la UBA. “El rector como tal no nos ha convocado, sí nos hemos reunido con algún decano, decana o funcionario de alguna facultad. Esperamos que el rector, luego de reunida y firmada la paritaria nacional convoque a la paritaria particular para discutir las condiciones y medio ambiente de trabajo”, informó la titular de la AGD.

“Creo que es fundamental que el rectorado escuche las discusiones que venimos llevando adelante les estudiantes respecto de nuestras cursadas, que no tienen que ver meramente con una vuelta a la presencialidad, sino con un planteo relacionado al derecho a la universidad, a la urgencia de que la Universidad de Buenos Aires pueda reinventarse y adaptarse a las nuevas necesidades de este tiempo. Algo que la pandemia dejó muy claro es que nuestra universidad se quedó en el tiempo, en muchas cuestiones, y que es necesario poder repensar la educación universitaria para dar respuesta a los desafíos que nos plantea un panorama muy distinto al de antes. Y esto no se define solamente en la discusión sobre la modalidad de cursada, que muchas veces nos tapa las discusiones de fondo, que tienen que ver más con garantizar el acceso, la permanencia y el egreso de todes, así como la calidad educativa y el acompañamiento pedagógico. De acá se pueden desglosar muchísimas discusiones, como por ejemplo, por qué hubo mucha gente que se había ido y con la virtualidad volvió a cursar en la universidad; qué pasa con las redes estudiantiles que son tan fundamentales para poder sostener las trayectorias educativas; entre otras, que son muy interesantes para analizar cuáles son los desafíos que tenemos por delante”, dijo la presidenta del centro de estudiantes de Filosofía y Letras para explicar la importancia de ser tenides en cuenta.

Su par de Farmacia y Bioquímica fue algo más contundente: “Durante la pandemia quedó claro que no se escuchó a les estudiantes, no solo en la UBA, sino de forma general en todos los niveles educativos: no se escuchó a les estudiantes que reclamaron por el acceso a la virtualidad para poder continuar sus estudios. Y la consecuencia de eso hoy lo vemos confirmado en los 6 millones de estudiantes que tuvieron dificultades con la conectividad y el millón y medio de estudiantes que tuvo que directamente dejar de cursar”.

“Las expectativas que los gremios docentes tienen respecto de la conducción de la UBA son nulas, pero porque ya desde el vamos firmó un convenio colectivo a la baja, cuando la legislación laboral dice que lo que firman las autoridades nacionales es un piso de derechos y no puede haber nada por debajo de eso. Es casi irrelevante si nos convoca o no, porque de plano está desconociendo los derechos de los trabajadores docentes universitarios que rigen en materia nacional”, sumó el dirigente de FEDUBA.

Pero la cuestión presupuestaria no se agota allí. “La UBA no estaba en condiciones de presencialidad antes de la pandemia, el déficit infraestructural es algo que ya estaba presente en el período pre-pandemia. Las imágenes de los teóricos con chicos sentados en el piso o sentados en el pasillo son cosas que todos conocemos, con lo cual se va a dar la presencialidad en las mismas o en peores condiciones que las de antes”, denunció Pablo Perazzi.

Mientras que Federico Pachamé remató: “La mejor forma de pensar una respuesta sobre las condiciones de volver a la presencialidad es ver si la UBA estuvo en condiciones durante la virtualidad. Durante la pandemia y la virtualización forzosa el Rectorado no entregó ni una computadora, no puso ni un peso para becas, liberó algunos dominios de forma muy limitada en convenio con las telefónicas y no mucho más; tomando eso de experiencia, yo desconfío de las condiciones en las que será este regreso a la presencialidad”.

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Christopher Loyola

Estudiante de Edición (FFyL-UBA), Presidente del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras (CEFyL).