Enriqueta Muñiz y el periodismo feminista: la mirada editorial cuando opera la masacre

✏️ Escritora y correctora nacida en España, Enriqueta Muñiz fue central en la investigación que se convirtió en "Operación Masacre". Mercedes Funes reflexiona sobre el oficio periodístico y la obra que fundó el periodismo narrativo.

El mismo Rodolfo Walsh reconoce que “es difícil hacerle justicia en unas pocas líneas”. Enriqueta Muñiz tenía 22 años cuando le dijo al escritor una de esas frases de comienzo de capítulo. Sin el trabajo y la investigación de ambos no podría haber existido Operación Masacre, obra fundadora del periodismo literario que precedió por una década a A Sangre Fría de Truman Capote, quien siempre se atribuyó el origen del género. Pero menos aún, sin que el autor escuchase «hay un fusilado que vive», secreto que interrumpió su partida de ajedrez. Así, con la prisa de esa historia que –como publicó– escribe en caliente y de un tirón, buscó a su compañera y le transmitió el mensaje en clave: 

—Encontré al hombre que mordió al perro. 

Ella no dudó. «Esta es la breve reseña de la investigación policial en la que me metí con la misma alegre inconsciencia que impulsó a Walsh a ofrecerme mi parte de aventura», dejó escrito en uno de sus cuadernos, compilados y publicados en Historia de una investigación (Planeta, 2019). Entonces, Walsh (29), que vivía en La Plata y comenzaba a ir tras Juan Carlos Livraga, y los fusilamientos en José León Suárez (1956), le dijo: 

—Puedes empezar a buscarme un refugio en Buenos Aires. 

Esposa de Rizzoni, Enriqueta Muñiz, Julio Troxler, Antonio Rizzoni y Rodolfo Walsh.

Muñiz era una muchacha que residía en la capital argentina, a donde emigró con su familia exiliada de Madrid (España), donde nació el 23 de junio de 1934. Trabajaba como correctora de la editorial Hachette, y en paralelo “se juega entera” (describe Walsh, quien publicaba sus historias en la misma editorial) en la obra periodística por excelencia. Enriqueta representó la “seguridad”, el “valor” y la “inteligencia” que parecían rarificados en un contexto de dictadura. «Simplemente quiero decir que si en algún lugar de este libro escribo “hice”, “fui”, “descubrí”, debe entenderse “hicimos”, “fuimos”, “descubrimos”. Algunas cosas importantes las consiguió ella sola, como los testimonios de Troxler, Benavídez, Gavino», consta en el prólogo de Operación Masacre, que a su vez va dedicado a ella.

“No sabemos qué hubiera pasado si Rodolfo Walsh hubiera vivido más tiempo y pudiera darle el lugar que le correspondía. Digamos que más allá de la voluntad de hacer el prólogo en plural, es un libro que tiene su firma”, señala la periodista Mercedes Funes en diálogo con El Grito del Sur.

Es paradójico que una de las periodistas más influyentes en la literatura y el periodismo hispano-argentino, pasara inadvertida. ¿Se recuperó en algún momento su figura? Y si fue así, ¿cuándo?

“Diría que la figura de Enriqueta se rescató bastante con las investigaciones de los últimos 3 o 4 años. Hubo un par de libros donde varones se pusieron a investigar qué había pasado”, responde Mercedes en alusión al mencionado compilado de los cuadernos de la periodista, reunidos por Daniel Link, con un prólogo de Diego Igal. “Siento que se recuperó parcialmente. Habría que ver qué pasa con otras generaciones. En la mía no pasaba. En las facultades de periodismo no se estudiaba a Enriqueta, estudiábamos a Rodolfo Walsh. Aún en la actualidad, si la mencionás en una redacción, son pocos los que van a tenerla como referente”, aporta al tiempo que relaciona: “Hoy justo alguien rescató las hojas membretadas de la Revista Sur, que en el membrete decía «dirigida por Victoria Ocampo».  Una conciencia de que había una mujer detrás de eso y tenía que mostrarse con nombre y apellido. Sí, era una mujer poderosa y no digo que ella le haya abierto camino a otras pero no todas las poderosas utilizaban sus recursos. Son casos muy aislados de mujeres que tenían los recursos y los medios, como también Mariquita Sánchez, para poder elegir otra cosa”.

Enriqueta redactó guiones para televisión, ejerció como crítica de cine, recibió el Premio Konex (en 1987 y 2004) en Letras y Literatura, y continuó colaborando en medios como La Gaceta Literaria, Vea y Lea, La Nación, Platea, Siete Días y El Hogar; además de las editoriales Codex y Nueva Frontera, entre otras. Pero aún así su labor quedó invisibilizada al igual que la de otras mujeres del periodismo.

Enriqueta Muñiz (izq) recibe el Premio Konex

“En general sigue pasando. No debe ser tan diferente a si uno va a un Congreso de Fopea, más allá de que tenga dirigentes mujeres —repara Mercedes—. Como la carga de las tareas de cuidado siguen cayendo sobre nosotras: vamos a la redacción, hacemos el trabajo de obreritas y después nos vamos a nuestras casas a hacerle la comida a los chicos”.

Funes, que es editora y produce un segmento de firma personal en Infobae titulado Feminista en Falta, es una de las comunicadoras que fundó el primer NiUnaMenos en 2015. La organización y elección de la fecha también fue producto de las condiciones laborales de las mujeres que estaban ahí. 

“El razonamiento fue cuánto tiempo tenemos para armar una campaña y que en la plaza haya gente. Mínimamente, no esperábamos 350 mil personas. Cuánto tiempo iba a implicar juntar lobby, poner a disposición todo nuestro capital social, político para que la gente que esté relacionada con cada área se sume. Bueno, tres semanas. Bueno qué día. Una de las chicas dijo: ‘yo los miércoles tengo niñera, así que tengo con quién dejar a los chicos’. ‘Sí amiga, el miércoles me viene bien porque cierro editorial el martes’. Todas estábamos viendo cómo hacer con nuestra rutina de madres, de mujeres. Entendimos que era algo que estaba latente en la sociedad: sentir que esa impotencia frente a las muertes de niñas y de mujeres no era solo nuestra”

Y acerca del oficio reflexiona: “Hoy el periodismo está absolutamente precarizado y con un nivel de exigencia que antes no teníamos. Las grandes plumas del pasado no tenían que estar conviviendo con el escrutinio de las redes. Hoy un pibe que gana $2,50 y está picando títulos y viendo cómo hacer, se expone a que miles de personas agarren un epígrafe que puso en una foto y lo juzguen porque falló en la perspectiva. Como dice una amiga, Soledad Vallejos, la perspectiva de derechos debería colar todo”.

Es esa perspectiva la que marca la labor de Enriqueta en Operación Masacre: «Así que una tarde tomamos el tren a José León Suárez. (…) No es el menor de esos espejismos la idea de que un lugar así no puede estar tan tranquilo, tan silencioso y olvidado bajo el sol que se va a poner, sin que nadie vigile la historia prisionera en la basura coartada por la falsa marea de metales muertos que brillan reflexivamente. Pero Enriqueta dice: ‘Aquí fue’».

“Es una síntesis muy perfecta que abrió un nuevo juego a todos los que vinimos después, de cómo contar el horror haciendo literatura. Una cruza maravillosa. A eso no tenemos que renunciar: a dejar que la perspectiva no nos vuelva solemnes. Es una de las cosas que quedan como legado, más allá de ser una investigación impecable con una mujer trabajando. Por eso, la mayoría de las y los periodistas tenemos uno o dos ejemplares de Operación Masacre en nuestras bibliotecas”, cierra Mercedes.

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