Durán Barba: «El desafío del Pro es volver a saltar el bache»

Desde Quito, el consultor estrella que cambió para siempre la historia electoral de la Ciudad de Buenos Aires responde a las preguntas de El Grito del Sur sobre los orígenes del Pro, las mutaciones de Mauricio Macri y las campañas tan emblemáticas como imbatibles que lograron escribir una nueva página política en el país.

En el origen fue Jaime Durán Barba. El consultor y estratega ecuatoriano creó, allá por 2005, el verbo favorito del Pro: ganar. Desde entonces se convirtió casi en una deidad del macrismo a la hora de comunicar, inventar un perfil ideológico y diseñar campañas. Como él mismo cuenta en esta entrevista, generó las condiciones para transformar a Mauricio Macri en “un político del Siglo XXI”, un tipo de dirigente que según su perspectiva “no aburre diciendo que hay que arreglar una calle, sino que se saca una foto saltando un bache”. 

Los años pasaron y Barba sigue creyendo que Metrobús y bicisenda es progresismo y que las TIC ayudaron a borrar las barreras entre la Ciudad y el resto del país y, en consecuencia, permitieron que la gestión y la propuesta porteña se expandiera y abandonara su carácter vecinal original. Reflexivo, pide que el partido al que ayudó con sus consejos a batir récords electorales y a llegar a la presidencia de la Nación “recupere la frescura” de aquél tiempo inaugural. Se mantendrá al margen, dice, de la próxima campaña, pero está al teléfono, desde Quito y Ciudad de México, para asesorar a quien lo necesite, sea el propio Macri, Rodríguez Larreta o hasta Patricia Bullrich.

Su primera campaña con Macri fue en 2005, y desde entonces el Pro, Juntos por el Cambio y sus variantes resultaron imbatibles en la Ciudad. ¿Cómo recuerda esa elección?

Fue la última que Mauricio realizó a la manera tradicional, como un político tradicional. Así como hay campañas que se hacen, obviamente, para ganar, hay otras que se hacen para estudiar los problemas, crear vacunas ante posibles ataques y prepararse para una campaña futura. La de 2005 fue un poco así. Hay que recordar que en 2003 Mauricio fue candidato en binomio con Rodríguez Larreta y el resultado no fue bueno. No tanto porque perdieran la elección, cosa que ocurrió, sino porque la imagen de Mauricio quedó sumamente deteriorada. Nuestro consejo fue que Mauricio participara en las elecciones para diputado en el 2005, más allá que ocupar una banca no le gustaba demasiado, para preparar una futura campaña para jefe de gobierno, aún estando muy abajo de (Elisa) Carrió y otros candidatos como (Rafael) Bielsa en aquella época. Mauricio demostró ser un candidato excepcional, que estaba hecho para otra cosa. Ese resultado nos aventó enormemente y nos hizo preparar la campaña para el 2007, una campaña que inauguró una serie que yo llamo de la “nueva política”. A Mauricio no lo apoyó ningún partido cuando fue candidato, no tuvo ningún programa de gobierno. No se trepó a ninguna tribuna a dar discursos. Se basó en este nuevo tipo de comunicaciones que nosotros veníamos explorando desde hacía años. 

En aquella época, una de las opciones que Macri tenía era ser candidato a presidente, y no a Jefe de Gobierno. ¿La candidatura en la Ciudad se pensó como un escalón hacia la Rosada?

Había gente dentro del Pro que decía que la jefatura de gobierno no tenía ni pies ni cabeza. Incluso había una presión fuerte de algunos sectores para que Mauricio fuera candidato testimonial contra Cristina Kirchner, que en aquellos años era una topadora, recordemos que el Frente para la Victoria tenía en 2007 el apoyo del radicalismo. Yo personalmente no creo que sea bueno perder nunca, si vas a perder es mejor no presentarse. Hay un caso en la ciudad de un candidato que ha perdido una y otra vez y ahora es el símbolo de la derrota. Otra derrota para Mauricio, en aquellos años, lo hubiera dejado fuera de juego. Ahora resulta obvio, pero fue la decisión correcta. Desde ese momento pensamos que Mauricio podía llegar a ser presidente. Sentimos que era un candidato con una posibilidad en una elección más importante, como la Ciudad. 

En 2011, como es de público conocimiento, usted le dijo que “era imposible ganarle a una viuda”, en referencia a Cristina, y le recomendó otra vez quedarse en la Ciudad. 

Cuando llegamos al 2011 algunos pensaron incluido el propio Mauricio que era momento para ir la candidatura presidencial. Él dijo a la prensa que quería ser candidato, así que lo llamé y le dije eso, muy claramente. Cristina, además, es una mujer sumamente hábil, sumamente inteligente, que sabe  aprovechar las circunstancias políticas. La muerte de Néstor Kirchner, lamentable por cierto, le sirvió para armar un espectáculo importante. Además, si un candidato hombre agrede a una mujer está en problemas. Si una mujer agrede a un hombre no pasa nada. Una mujer que además era viuda y que además sabía comunicarse, era prácticamente invencible.

El Pro no tenía entonces una estructura nacional y estaba muy identificado con la Ciudad, como un partido vecinal. ¿Fue un escollo a superar? 

Era un partido vecinal, es cierto. La obra de Mauricio, que para mí tuvo elementos progresistas como el Metrobús o las Ciclovías, que replicaron otras ciudades, como la Ciudad de México mientras gobernaba el actual presidente Andrés López Obrador, todavía no era conocida en el resto del país. Argentina es un país muy extenso y la obra del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires era prácticamente desconocida en la mayoría de las provincias, es otro motivo por el cual en ese momento lanzarse habría sido una temeridad. Mauricio tuvo el buen juicio de escucharme de no lanzarse y preparar en ese momento la candidatura para el 2015. Por otra parte, Buenos Aires es un mundo distinto y medio aislado de la otra argentina, ya desde que no formó parte de la confederación hasta el presente incluso. Sobre todo es muy distinta de la argentina del norte, que tuvo más relación con la colonia, que tuvo relación con el alto Perú, es más parecida a otros países de la región que a Buenos Aires. Pero Mauricio supo superar esa desventaja, porque interpretó bien el Siglo XXI, la conectividad de este siglo, él es un político de este siglo, no del siglo pasado. 

A propósito de esa forma de hacer política y de hacer campaña que usted menciona, vale recordar aquella foto de Macri saltando un bache, que en su momento fue novedosa y hoy es icónica de aquél momento fundacional. ¿Recuerda cómo se orquestó?

Teníamos algo interesante en esa campaña. Había dos compañeros que se llamaban Pato y Gato, a estos les pedimos que ayudaran a formar un equipo de personas completamente desestructuradas para pensar cosas, que no hayan militado, que no les interese la ideología y que estén dispuestos a pensar locuras. Y si no recuerdo mal el salto de bache… fue una idea de ellos. La idea era reírnos de la política. Una posibilidad era que Mauricio salga a decir “Lo que hace Ibarra está mal”, pero eso aburre a la gente. Los políticos mienten con esas cosas. Reírnos del bache era mejor. Fue muy efectivo, pero también indignó a todo el círculo rojo, decían “cómo es posible, están banalizando la política”. Eso decía el 10 por ciento politizado. El 80 por ciento lloraba de risa con el salto y lo que pretendíamos era llegar al 80 por ciento de la gente y no al 10.

Otro hito relacionado con Macri fue cuando se afeita el bigote. ¿Ese cambio de look formó parte de un intento de humanizarlo?

Realmente en la cuestión del bigote no participé mucho, no me importa mucho. Algo ayuda porque el bigote supone algo de autoridad o lejanía y nosotros hacemos todo para que el candidato no sea lejano. La idea de cortarse el bigote fue de Mauricio y a mí me pareció muy bien. Si tu piensas en un político conocido, como López Murphy, con bigote era un dictador militar horrible y luego se afeita. Pero lo central en Macri era el tono con que hablaba y se acercaba a la gente. Mauricio cambió mucho con la política: tuvo contacto directo con la gente a partir de las famosas timbradas que empezamos en 2005. Él es una persona sensible, muy inteligente que de pronto tuvo vínculo con mucha gente común y aprendió lo interesante que es la gente común. Quienes vienen de la clase alta o tenemos prejuicios intelectuales por habernos formado académicamente solemos tener un concepto errado sobre la gente común. No es así, ellos tienen mucho más sentido común que nosotros. Y Mauricio aprendió eso. En ese marco, hay un cambio gigantesco del Mauricio que conocimos hasta el que llegó a la presidencia. Fue un cambio producido por la gente, no por los asesores ni por él mismo.

Usted mencionó al pasar el Metrobús. Fue una obra pública sencilla, pero muy efectiva. ¿En qué medida forma parte de la identidad de Macri y el Pro?

Es parte de la modernización de las ciudades. En el año 2003 trabajamos mucho con el gobierno de la ciudad de México, que estaba presidido por Andrés Manuel López Obrador. Él realizó dos obras icónicas: la asistencia a las personas de la tercera edad y el famoso Metrobús de la Avenida Insurgentes, que causó un lío porque supuestamente dañaría la zona icónica de la ciudad. Pero Andrés lo hizo y éste fue uno de los grandes elementos que señalaban que él se preocupaba por el transporte de la gente. Con esa experiencia, nosotros propusimos que en Buenos Aires se hiciera el Metrobús, que tuvo bastante resistencia porque había bastantes personas que decían que se iban a morir los arbolitos de la 9 de Julio. Rodríguez Larreta apoyó de manera decidida el tema del Metrobús, Mauricio también pero no con tanta energía. Esta obra inscribió a Buenos Aires en el desarrollo progresista de las ciudades contemporáneas. Otro tema semejante fue el de las ciclovías, vinculadas con una concepción de defensa de la vida y el combate a la polución. Esto se inscribe en una visión progresista del mundo.

En uno de los capítulos de «Para qué», Mauricio se refiere a Horacio y María Eugenia prácticamente como sus inventos y se posiciona como el conductor. ¿Cree que ese liderazgo está en crisis hoy?

Eso está en crisis en todo el mundo. Los líderes políticos no son más mesías, aquello se quedó en la época de Perón. Mauricio supo ser un líder moderno: podría darte una lista de 30 personas que participaron activamente con sus ideas, por lo que su liderazgo fue muy horizontal. Mauricio fue alguien que ayudó a la formación de nuevos liderazgos con algo poco usual en la Argentina y en el mundo, que es que no lo hizo con sus parientes. Hay clanes familiares que parecen colmenas y van al Estado cuando el jefe tiene un cargo. Él supo respetar un ambiente amplio en el que gente diversa ocupaba espacios y se desarrollaba. Es un gran mérito.

¿Cómo ve hacia delante la sucesión de Rodríguez Larreta? ¿Hacia delante el PRO puede volverse un partido obsoleto o tiene capacidad de reciclarse?

Ésta última es la pregunta más importante de la política argentina hoy en día. Existe la vieja ley de burocratización de los partidos, de Michels, que dice que cuando un partido llega al poder se vuelve viejo. Y al volverse viejo pierde su capacidad de comunicarse con la gente. El gran desafío del PRO es retomar frescura y novedad, volver a saltar el bache. Si son burócratas que no saltan baches, están liquidados. Para ello es indispensable incorporar gente joven y nueva. Necesitamos habitantes de la red que se incorporen a este nuevo mundo. El gran desafío es rejuvenecerse.  

Además de la modernización de la Ciudad, un aspecto importante en el PRO fue la retórica antikirchnerista. ¿En qué medida forma parte del éxito que supo acumular el Pro?

No existió antikirchnerismo. Buscá las noticias de Mauricio en sus ocho años como Jefe de Gobierno y fíjate cuántas veces habló de Cristina. No creo que haya sido ni tres veces. La estrategia era jamás mencionarla ni meternos en ese lío. Que ella viva su propia vida y cavara su propia fosa. Nosotros nunca polemizamos, es otra forma de hacer política. Yo entendía que él iba a terminar como el principal opositor a Cristina sin mencionarla nunca. Son formas modernas de hacer política.

¿Cree que Macri va a ser candidato en 2023?

El problema de nuestros países, que tienen reelección, es la falta de un sitio en el que los expresidentes puedan desenvolverse en dicha condición como sí ocurre en Estados Unidos y México. Allí hay un sitio de respetabilidad para los expresidentes y son personajes importantes que no están en la pelea del día a día de la política. Eso no existe en Argentina y esta falta de institucionalidad se expresó en el caso de Carlos Menem, que hasta el fin de sus días terminó siendo candidato y eso implica devaluarse. Y Mauricio está en esa situación extraña de querer seguir sirviendo y eventualmente ser candidato, está en ese dilema. No sé cómo lo resolverá.

Horacio Rodríguez Larreta aspira a seguir el mismo camino que Mauricio Macri. ¿Qué similitudes y diferencias observa entre ambos en los estilos comunicacionales y la forma de resolver los problemas?

Horacio llegó a Jefe de Gobierno con el apoyo de Mauricio, pero con su propio trabajo. Es una persona muy eficiente, muy trabajadora y muy preparada. Él es economista graduado en Harvard, pero lo oculta maravillosamente. Parece un ser humano normal. Eso es un gran mérito porque aquel que ha estudiado y se cree divino o solemne para mí es un pelotudo. Horacio es una persona a la que se encuentra en cafetines o hablando con la gente. Comunicacionalmente, se formaron en la misma escuela haciéndolo de manera sencilla y lejos del discurso solemne. Repito, Horacio es enormemente eficiente pero en cambio Mauricio es mucho más carismático. Mauricio provoca adhesiones y odios furibundos, con Horacio no pasa lo mismo. No hay mucha gente que le odie ni esté fanatizada por él. 

¿Se ve participando de la próxima campaña?

Por ahora mis planes son quedarme aquí en Ecuador, y trabajar en México. 

¿Y si lo llaman?

Siempre estoy para dar algún consejo.

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